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Los ataques a Rossemberg Rivas, quien junto a otro grupo de salvadoreños y salvadoreñas fue escogido para ser parte de los embajadores de marca país, me han dejado impresionada. No es que no tenga claro el nivel de machismo que tenemos en El Salvador, sobre todo de ese macho “cavernícola” de los que sobran en nuestras calles, que caminan hacia adelante porque Dios es grande...
La impresión es por la cantidad de gente “estudiada” que ha salido –hombres la mayoría- indignada así: nivel “¡auxilio, que se nos cae el pene a todos los salvadoreños sí a ese lo ponen a representarnos!”. Eso uno lo espera de personajes vernáculos, de pensamientos básicos, que son reconocidos por su bajo nivel cultural, sin mayor conocimiento, sin análisis, sin otra herramienta que hacerse los chistositos y patanes en entrevistas para llamar la atención, pero que en el fondo todos sabemos que carecen del más mínimo sentido común.
En este país son pocos los salvadoreños y salvadoreñas notables y reconocidos a nivel internacional, respetados por su trabajo. Rossemberg es uno de esos salvadoreños que, muy a pesar de los altos niveles de discriminación, ha salido adelante y ha tenido participaciones internacionales; donde se le reconoce su talento en su área de “expertise”, que es la moda de la alta costura.
Miles de hipócritas han salido diciendo que “no entienden de eso”, sobre todo lo digo por los que tienen cierta posición económica y pueden comprar ropa, perfumes y accesorios de ciertas marcas. También están los otros ignorantes, que aunque sea imitaciones de esas marcas compran, bocones a más no poder. Ahí quieren andar puestas, encima, las marcas Versace, del reconocido creador Gianni Versace; de Channel, y su creativo Karl Lagerfeld; también conocen la marca Louis Vuitton, con más de dos décadas dirigida por Marc Jacobs; Giorgio Armani, del emporio Armani; o prendas del infaltable director creativo de Gucci e Yves Saint Laurent, Tom Ford.
Está por demás decirles que todos estos caballeros son abiertamente homosexuales, además de multimillonarios. Todos tienen pasados similares de discriminación, pero gracias a sus talentos espectaculares dejaron su marca en el mundo. A algunos les tocó ocultar su orientación, pero uno a uno han salido del armario, porque ahí solo se guarda la ropa.
El Salvador tiene su marca país desde hace años. Ahí matan personas y no respetan ni a los sacerdotes, decían en los setenta y ochenta… Pasados esos años, hemos sido famosos por las maras o pandillas con su ignominiosa forma de actuar, esa crueldad con la que van matando mujeres embarazadas, bebés de teta y todo el que se les atraviese. Además está la corrupción que el país ha tenido desde tiempo inmemoriales...
Para que sepan, la idea de la marca país es posicionar salvadoreños que son orgullo por su trabajo y esfuerzo, que tienen reconocimiento internacional de larga data y que sobresalen por talento; pero claro, el concurso que ganaríamos es al mejor descuartizador o ladrón.
Pero no, aquí les da escozor imaginarse al talentoso Rossemberg representando al país. Si supieran que ya lo ha hecho en el carnaval de Río de Janeiro, siendo el único salvadoreño con ese logro. Aquella fue la primera vez en 100 años que una escuela de samba, en Río de Janeiro, portó una bandera diferente a la de Brasil, pues en agradecimiento a su ayuda y colaboración a nivel creativo, se portó la bandera de El Salvador. También fue el único salvadoreño, en un grupo de personas, la mayoría asiáticos, que llegaron al Fashion Institute of Technology de New York, donde trabajó en el diseño de vestuario para espectáculos de ópera y ballet. Su talento ha dejado huella en Perú y Cuba, en este último como coproductor de la Flauta mágica de Mozart, oportunidad que le hizo ser partícipe de la celebración de los 50 años de existencia de la ópera en Cuba.
Esa es una muestra de una larga lista de los trabajos y participaciones de nuestro embajador de marca país. Él es, sin duda, un salvadoreño que nos brinda orgullo, aunque nadie es profeta en su tierra y menos cuando piensan que es diferente. Pues bueno, siento decirles que este artista ni es travesti ni tampoco es transgénero. Es un ser humano como cualquier otro con un talento envidiable que solo le ha traído orgullo a nuestro país.
A todos sus detractores solos les ha faltado decir: “mejor pongan un marero, tatuado, asesino, antes que poner a una persona como él” de embajador de marca país.
Tranquilos, mis amores, que he de aclararles que el mote de cuchilleros no se nos va a quitar rápido. Todos han leído la manera despectiva con la que se han expresado de este artista. A falta de argumentos sobre su trayectoria, solo eso les quedaron los insultos altisonantes y sus descalificaciones sin fundamento. Pero “que no panda el cúnico”, el mundo sabe que somos unos patanes, patas arriba, malcriados, sin educación y, sobre todo, altamente discriminadores. Su honor de machos bestiales está a salvo.
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