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Todos nos quedamos con la boca abierta con las declaraciones que amablemente nos trasladaron los comunicadores que cubrían la audiencia del mal llamado #CasoTregua, dado que el caso en cortes simple y sencillamente busca juzgar el ingreso de ilícitos a los centros penales en ese período. Así de básico es ese caso.
La Fiscalía no está procesando a peces gordos. Todo está enfilado para meter a la cárcel a personal de rango medio, de esos que sólo obedecen órdenes. Claro, cualquiera podría decir, con la ligereza que caracteriza al salvadoreño, ¿y por qué hicieron caso? ¿Por qué no denunciaron? Es fácil decirlo, pero cuando la orden viene del despacho principal de Casa Presidencial, suena un poco ilógico que un policía o triste director de un centro penal se tire esa denuncia. Seamos serios.
Aunque no cabe duda que alguien no solo filtró la información, sino también brindó los respaldos suficientes como para que el periódico digital El Faro sacara una extensa nota sobre esta situación, el caso antes, durante y después resultó polémico. Aún recuerdo cuando la leí y sobre todo las reacciones de los políticos. A los periodistas les llamaron de todo, pero nadie los demandó. Interesante porque eso significa que sabían que no podrían demostrar lo contrario de lo publicado en ese medio. En el juicio actual, varias de las sucesos que fueron publicados se han terminado de reconfirmar.
Lo que ahora llama la atención, sin duda, es que Fiscalía nos haya permitido tener acceso a todos a esas declaraciones, entiendo que fue para ampliarnos la “cultura general”. Pero teniendo desde hace ratos semejante “bombazo”, teniendo desde hace más de un año toda esta información -proveía por un testigo que según entiendo no es un pandillero gato, sino un líder que estuvo en esas reuniones y tuvo conocimiento de primera mano, por el rango que desempeñaba en la estructura criminal-, no se ven señales de ningún tipo de que estén investigando para buscar procesar a las cúpulas de los principales partidos políticos por el delito de Fraude Electoral, que es lo que nos relata el criteriado, paso a paso. Ese es al final un delito más grave que meter celulares a un penal. Se trata de ir por el premio mayor y no conformarse con “chichiguas”.
También puede ser que nos hicieran partícipes de esta declaración, que en nada abona a ese proceso, porque el fiscal busca mandar señales a los partidos políticos. Quizá les está diciendo que tiene esa información y probablemente más datos, y que por lo tanto es necesario reelegirlo. Esta posibilidad me preocupa aún más que la anterior, ya que pondría al actual fiscal en igualdad de condiciones a las del anterior, de quien se dice utilizaba las escuchas telefónicas para estos fines.
Y, claro, está la teoría que ha salido de las propias entrañas de los partidos políticos involucrados, que básicamente apelan a decir que lo único que se busca con estas declaraciones es desprestigiarles, afectarles electoralmente. Y, claro, no falta el que tenga que usar la clásica frase: “el imperio los ataca para destruirlos”. Claro, es que como en ese imaginario sus partidos tienen una trayectoria tan intachable y gozan de la mayor credibilidad y consideración de sus militantes, no queda más que decir que esto simplemente da risa.
Las declaraciones del criteriado son graves. En cualquier otro país esto significaría, como mínimo, la inmediata renuncia de las cúpulas de los principales partidos políticos; y una iniciativa para ponerse a la orden de la Fiscalía General para que se realicen las investigaciones pertinentes. Además, pondrían a disposición de la población la contabilidad que llevan, así como la lista de sus donantes y la lista de los egresos que tuvieron. Con ello se abonaría para descubrir a quién le dieron plata, por qué y para qué. Con ello se darían amplias explicaciones a los electores, pero eso no sucede en nuestro país. Aquí no sucede nada, pese a que aunado a las declaraciones del testigo criteriado, ya se han visto los videos de los funcionarios que se sentaron con estos grupos irregulares. En ellos se ven sus rostros, se escuchan sus voces. En esos videos, en la conversación, claramente piden apoyos para las elecciones, y hasta consultan la colocación de funcionarios en puestos claves en un eventual triunfo electoral. Pero aquí se limitaron a decir que no comentarían esa circunstancia, ya no digamos hacer un “mea culpa” y allá muy lejos la posibilidad de renunciar a su cargo.
En El Salvador no hay consecuencias judiciales y es poco probable que haya consecuencias electorales. No hay respeto a la población y ni siquiera se vislumbra la posibilidad de una explicación. La prepotencia con la que se mueven estos personajes es la que les brinda la inmunidad e impunidad histórica de un sistema político caduco, el cual nadie quiere cambiar porque a nadie le interesa cambiar este país o sacarlo del atraso. A los políticos solo les interesa llegar al poder y desde esa posición hacer negocios que les permitan agrandar sus propios patrimonios. Al fin y al cabo, desde hace ratos comprendí que la mayoría que se meten en esto de los partidos políticos no lo hacen para servir, sino para servirse, bien y sustancioso.
Ríos de tinta se han derramado para explicar lo asqueroso que son estos grupos. Miles de señales nos han dado estos “monstruos”, de su perversidad, de lo perversos que son, de todo lo que están dispuestos a hacer para mantener o llegar al poder, de los dineros que se han quedado. Por eso ya no vale la pena que siga hablando de ellos.
Concentrémonos en el único momento que nos permite decirles fuerte y claro que nos tienen indignados: las elecciones del próximo mes de marzo. Por eso le hago un llamado desde ya: ¡déjese de carambadas! Vaya a votar, no crea que a los partidos les pone triste ese dato que dio el Instituto de Opinión Pública de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (Iudop-UCA), de que el 67% no quiere a ARENA en el poder y el 63% no quiere al FMLN tampoco. Entienda que a las cúpulas esto les brinda alegría porque ellos se mantienen en el poder por el descontento de la población. Esto les permite que sean solo sus militantes y votos duros los que decidan las elecciones.
Tampoco me pregunte ¿y entonces por quién voto? Esa es su decisión, pero sí le pido que no marque banderas. Si solo vota por un diputado que usted considera honesto y está de acuerdo con su trabajo, solo ese rostro marque. Si considera otra opción como anular su voto, hágalo, pero no se vale que no vaya a votar y que le entregue de buena gana a los votos duros la decisión de quienes estarán en la Asamblea Legislativa el siguiente período.
La indiferencia no es opción, sépalo.
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