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27/04/2016 13:39:06

Intervención militar sin...

Bastante prometedor se ve la intervención militar, por ciertos sectores de la población, de las zonas asediadas por pandillas, aunque para algunos de nosotros no fuera de mucho agrado ver el lanzamiento de estos nuevos grupos élites en el que fuera el cuartel de la extinta Guarda Nacional, uno de los históricos cuerpos represivos que ejerció reiteradas violaciones a los derechos humanos y que gracias a los Acuerdos de Paz fue eliminado, pero bien, por alguna extraña razón decidieron desde ahí hacer el lanzamiento.

Varios noticieros dieron cobertura a la “intervención” que se daría en la colonia La Campanera en Soyapango, la que se hizo famosa por el documental del fallecido Christian Poveda: “La Vida Loca”, muchas personas aplaudieron desde redes sociales ese despliegue que incluía helicópteros y carros artillados, con francotiradores y armas de alto poder.

Es una triste realidad la que viven las personas que se encuentran de rehenes en esas zonas donde “ver, oír y callar” es la consigna a la que se han visto sometidos, en varias ocasiones he sido de las voces que han pedido la intervención en Soyapango, lugar donde yo nací y viví hasta la edad de 23 años, conozco las colonias especialmente donde yo me eduqué que es la zona de la San José II, recuerdo haber vivido ahí, salido a jugar hasta las 10 u 11 de la noche sin ningún temor, caminar de una colonia a otra por las veredas –porque ir por las calles era más largo y toca tomar bus- hacia Bosques del Río donde vivían mis hermanas mayores, pasar a Monte Blanco donde estaba una de mis mejores amigas, pasar por la Guayacán, Los Ángeles, ir a la Parroquia del Pepeto o a la de los Conacastes y no pasaba nada, todo esto a pie, llegar a Montes 1, 2, 3 y 4 y por supuesto en varias ocasiones llegar al Limón, a La Campanera, Sierra Morena y la Guadalupe, entre otras.

 Así transcurrió mi infancia y adolescencia sin mayor “tos”, ahora es doloroso no poder llegar ni siquiera a la colonia donde nací, muy a pesar que los amigos se han mudado –los que han podido- muchos otros siguen ahí viviendo, las familias que conocí sus adultos, ahora adultos mayores se han enfermado y no he podido ir a verles en su agonía, ni velas, menos entierros. Son las mismas personas con las que tengo comunicación telefónica o por redes sociales, las que me piden no llegar “porque la zona está caliente y bien peligrosa” niños de entre 12-17 tienen sometidos y atemorizados a los residentes.

Pero cuando pedí intervención no solo me refería al ingreso de grupos armados a la zona, porque la militarización de Soyapango no hará nada para lograr el cambio que se necesita y que sean las comunidades las que retomen el control de sus colonias, es imposible que funcione la policía comunitaria, de hecho nadie dice nada porque fue un rotundo fracaso, es difícil en un contexto donde el control social, político y territorial lo ejercen las pandillas, no solo decidiendo entre la vida y la muerte, sino cuáles negocios funcionan y cuáles no, las juntas directivas fueron destruidas y no se pueden hacer gestiones para que el gobierno local llegue siquiera a fumigar o hacer poda de árboles. El Estado desde hace varios años por no decir más de una década no se siente en estas zonas, ha dejado abandonados a sus ciudadanos y sólo son buscados por los partidos políticos para períodos electorales, por supuesto con la venia de los que controlan el territorio –pandillas- para ingresar a hacer proselitismo y quebrar piñatas.

Si bien es cierto es bueno que se intervenga la fuerza militar para iniciar el control, su presencia -esperando fuera permanente- no es suficiente y no veo por ninguna parte a la hora que se llegan a realizar lanzamientos con las nuevos grupos élites, a los representantes de los diferentes brazos del Estado, que lograrán recuperar el tejido social destruido, por ejemplo del Ministerio de educación para recuperar las escuelas y dar certeza a los maestros y maestras que pueden llegar a dar clases y al alumnado que puede ir a clases sin ningún temor de cruzar una calle o atravesar colonias diferentes, al Ministerio de Obras Públicas con la recuperación de calles y su iluminación, ANDA para regularizar los servicios en la zonas, MINSAL para reactivar los servicios en las comunidades, MINEC con FONDEPRO y CONAMYPE para capacitar y reactivar a los emprendedores de estas zonas, que los prestadores de servicio como CEL, ANDA, TELEFONICAS puedan enviar a sus empleados a distribuir los recibos a esas zonas y no tengan que seguir pagando a los pandilleros para que ellos lleven los recibos; es decir, que el Estado retome su rol activo dentro de la comunidad el cual ha sido abandonado por décadas, porque este control de las pandillas no es de hace poco, esto se fue dando por el abandono en que fueron dejando estas zonas oponiendo cero resistencia el Estado por perder ese control.

Presencia permanente de la fuerza élite acompañado de instituciones del Estado que brinden servicios a las comunidades, entonces podría pensarse en reactivar las directivas y empoderar a los líderes locales para autogestión de recursos al gobierno local y de esta manera poder la comunidad retomar sus espacios, organizarse; sólo así podrá funcionar la policía comunitaria, respaldada por los liderazgos locales, teniendo a la base el apoyo decidido del Estado.

Armar a la población para que defienda es el colmo de las ocurrencias. Quienes sostienen esas ideas son personas que desconocen la realidad de esas comunidades que viven bajo el control de las pandillas. Querer constituir Juntas Directivas cuando esas personas están de rehenes, es condenarlos a muerte a ellos y sus familiares, y nadie hará de mártir.  

Se trata de renovar las comunidades, de reconstruir los liderazgos locales, de hacer trabajo social, de ejecutar programas de todas aquellas instituciones gubernamentales y no gubernamentales, de empoderar los liderazgos, entonces y sólo entonces funcionará la policía comunitaria, pero sus miembros deben tener don de gente para ganarse “el corazón y las mentes” de las comunidades. Sólo entonces, las comunidades irán recuperando sus espacios de convivencia social y de seguridad local. Pero esa labor no es de corto plazo, requiere tiempo y muchos recursos y voluntad política.-

Recordemos que esta gente está pagando sus casas al Fondo Social, es la inversión de vida, son sus hogares, herencia para sus hijos y claro que quieren recuperar su inversión y poder dar seguridad a sus hijos por lo que no me cabe duda que quieren recuperar sus colonias y comunidades, pero no es sólo llevando policías con grandes despliegues militares por horas o patrullajes esporádicos, ni menos llegando solo a golpear gente, menos pretender que la gente se someta a estados de sitio.

Presidente y Vicepresidente valoren que no se trata de llegar a garrotear a la gente y mantener militares de manera permanente, a mediano y largo plazo es recuperar y mantener las zonas y eso no se logra solo con los grupos élites que han lanzado como la gran solución a nuestra problemática, menos si no tienen formación en respeto a los derechos humanos, recuerden que puede ser que la medicina nos resulte peor que la enfermedad, porque lejos de cohesionar a la población lograrán que nadie los apoye en este proyecto, ya sea por temor o porque sus parientes son pandilleros.

Han sido guerrilleros y saben la magia de ganarse a la comunidad para conseguir apoyos y el control territorial.

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