Pie de Página es un cuaderno de apuntes para notas, reflexiones, ideas, comentarios y listas sobre lo que pasa, no pasa y debería pasar en nuestro paisito, desde la pluma de una salvadoreña (casi siempre) optimista.

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Jul 14, 2017 1:13:16 PM

iSigamos!

Hace algunos meses, acepté la invitación del diputado Juan Valiente de acompañarlo en el proceso de elecciones internas de ARENA, como aspirante a candidata a ser su diputada suplente.

Hace unos días, se publicó el listado final de candidatos por el COENA y se conoció así la asignación arbitraria de ciertos candidatos suplentes, como Gaby Trigueros, así como la exclusión de candidatos sin haberles dado la oportunidad de subsanar supuestos errores ni de participar en la entrevista obligatoria, como lo fue en mi caso. Esto desato una ola de reacciones que resultó en la denuncia del proceso electoral interno por los diputados Juan Valiente y Johnny Wright.

Convencidos de la importancia de la institucionalidad, y por lo tanto de respetar los procesos establecidos, las denuncias que ambos diputados hicieron al partido ARENA respecto a la elección de los candidatos a diputados suplentes no se enfocaron nunca en los resultados, se concentraron en el proceso; un proceso que se prestó a discrecionalidad y arbitrariedad.

Contrariamente a los que muchos argumentan, esto no se trata de un capricho porque los diputados no se vieron asignados las suplentes que habían propuesto. Se trata de la denuncia de un tratamiento arbitrario de nuestras candidaturas en un proceso en el cual nuestros perfiles fueron evaluados de forma injusta, en comparación a otros aspirantes y con distintos parámetros, y donde el reglamento fue violado al romper las formulas inscritas.

Desde que iniciaron los rumores de mi posible candidatura a diputada suplente, se me acusó de traidora, infiltrada y espía, de irrespetar al Mayor y de criticar temerariamente a ARENA. Pero a pesar de las teorías de conspiración, mi interés en participar en la política partidaria en ARENA, y al lado de Juan Valiente, surge de un verdadero compromiso con la construcción de un país, y de la convicción de que los partidos políticos necesitan fortalecerse y modernizarse. Y para ello, la auto-critica es un factor fundamental: reconocer los errores del pasado, para aprender de ellos, no repetirlos y corregir la actuación en el futuro.

No quiero enfocarme en los dimes y diretes de los últimos días. Al contrario, quiero enfocarme en lo que sí soy y en lo que sí creo: soy una fiel defensora de la meritocracia y no creo en los tratamientos especiales, ni los he pedido nunca. Creo en la igualdad de oportunidades, el respeto a las reglas establecidas y en la evaluaciones justas. En este caso, y tal como fue evidente en la conferencia de prensa del COENA donde se presentó al equipo de candidatos de 2018, el incumplimiento de los requisitos antes mencionados parece ser solo una excusa. Estos requisitos son una fachada de un proceso democrático, donde solo se mide la sumisión al partido y la alineación de posturas a cierto sector del partido.

Lamento la actuación de las autoridades de ARENA en este proceso, porque comprueba que existe en la ARENA actual, y de parte de varios de sus dirigentes, un bloqueo sistemático a las iniciativas de apertura y porque confirma que el discurso de renovación es solo eso, un discurso, y no un compromiso genuino. La renovación no consiste solamente en cumplir cuotas de género ni bajar el promedio de edad de los funcionarios públicos, consiste en ser más democráticos, más abiertos, más plurales, escuchar las demandas y  entender las necesidades de los ciudadanos de hoy.

En este sentido, y ante las encuestas que indican la bajísima intención de voto de los ciudadanos, así como la actitud de hastío de tantos ciudadanos, que reflejan que ya no creen, confían, ni se movilizan por los partidos políticos, estos deben entender que necesitan fomentar la apertura y encaminar un acercamiento genuino a la ciudadanía para ganar credibilidad, o corren el riesgo de caer en la irrelevancia.

Hace apenas unos meses, escribía en este mismo espacio: “Si las plataformas existentes no quieren dar paso a la modernidad ni abrazar la diversidad, no solo por convicción sino por conveniencia electoral, que el impulso y la indignación conduzcan a la creación de nuevas plataformas, más innovadoras e inclusivas.

Tenemos a nuestra disposición muchísimas herramientas que nos permiten involucrarnos activamente y apoyar a aquellas iniciativas en las que creemos, a perfiles en los que confiamos.

No hay excusas. No nos desanimemos. Volvamos a creer firmemente que vale la pena, que está en nuestras manos y que es nuestra responsabilidad generar cambios en el paisito.”

Esto no es una derrota, sino un fortalecimiento de mi compromiso y el de muchos más para cambiar la forma de hacer política en nuestro país, sumado al de tantos otros desde diversos espacios, partidarios y de sociedad civil. Este compromiso siempre ha sido firme y nunca ha dependido de ninguna plataforma, ni lo hará a partir de hoy. Este es el momento de buscar todas las posibles alternativas para seguir incidiendo.

Somos muchos los que estamos convencidos de la necesidad de involucrarnos activamente.

Somos muchos los que creemos que es posible construir un El Salvador diferente.

Somos muchos los que pensamos que es nuestro tiempo de actuar por nuestro país.

¡Sigamos!

PD1. Aplaudo la actuación de los diputados Juan Valiente y Johnny Wright, así como de Gaby Trigueros, quienes han demostrado coherencia y valentía durante este proceso, y han confirmado que su interés no es personal, sino nace de una verdadera vocación de servicio al país.

PD2. Agradezco los ánimos de amigos, colegas, tuiteros y otros ciudadanos, quienes me han renovado las ganas de seguir trabajando con la frente en alto.

Comments

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Aida, se te admira el civismo con el que te conduces. Creo que entre los jóvenes que están buscándose camino entre la política tu resultas una persona con fuertes convicciones, carismática y con un civismo auténtico entre muchos otros "politólogos" que ya se deslumbran como modelos nuevos de vehículos viejos. Sin embargo, sufriste de un pequeño mal del que los milenials suelen tener, ingenuidad. Tu ingenuidad no es por que no conozcas, o por que no te has preparado. Lo viviste por que actuaste pensando en seguir las reglas de un juego que solo el arbitro decide quien lo juega. Es hasta poético lo que te paso, pero era necesario para que tu generación reaccionara. Lo que te digo es por que realmente muchos hemos pasado por eso al involucrarnos con el partido. La ventaja es que tu eres diferente, tu ya llevabas un camino propio y haciendo ruido por tus convicciones no por tus afiliaciones. Hoy ya sabes que el país no se cambia usando las mismas instituciones gastadas que lo han dejado en mal herido, si no que el cambio viene creando nuevas instituciones políticas involucrando a nuevos actores. A mi generación (soy solo algunos años mayor que tu pero hay diferencias) nos dijeron que no se podían crear nuevos partidos, que nadie iba a invertir en eso, que es muy caro, que esto y y lo otro... Pero muchos (tu incluida) sabes que es mentira. Que se pueden llegar a muchas personas sin gastar un cinco. Que los cambios deben de hacerse de adentro hacia afuera, y que cambiar a este país no solo significa cambiar nombres y caras. Te dejo una pregunta que tu seguro sabrás ponderar, los franceses llevan 5 repúblicas, no podemos crear nosotros una nueva? #NuevaRepublica #NR

Perogrullada es afirmar que la salvadoreña oligarquía es asesina. Y desnudar lo trivial presupone escribir que en aras de controlar completamente el poder y de ejercer por de jure y por de facto su autoridad, la salvadoreña oligarquía fue tan troglodita o fue tan inteligente que comenzó asesinando a los sacerdotes (Rutilio Grande es un ejemplo) cuando estos transitaban por las calles o se mesclaban con sus comunidades. El ejemplo de las monjas estadounidenses que fueron asesinadas a su salida del aeropuerto de Comalapa, nos muestra en si como la oligarquía, sedienta de quitarle el poder y la autoridad que los religiosos tenían en el vulgo, no se detenía ni frente los mismos ciudadanos del imperio estadounidense. La osadía o inteligencia de la salvadoreña oligarquía se exhibe cuando se atrevió asesinar a monseñor Romero, dentro de la misma iglesia. Pero, ¿y qué significa asesinar a monseñor Romero dentro del sagrado templo de Dios? No responderé la pregunta porque también es cierto que la oligarquía decidió asesinar a los jesuitas en el sagrado templo del conocimiento y de la sabiduría: ¿por qué asesinan a los jesuitas en tan importante centro del saber salvadoreño?, porqué el poder como la autoridad que monseñor Romero y los otros religiosos ejercían en el vulgo salvadoreño competían con el poder y autoridad que poco a poco la salvadoreña oligarquía perdía o temía perder; ¿es que acaso es posible negar que el poder y la autoridad que los jesuitas ejercían en los otros sectores del vulgo salvadoreño no subvertían el poder y la autoridad de la salvadoreña oligarquía? Las acciones de la oligarquía fueron exitosas: el deficiente poder y la flaca autoridad que la iglesia tiene en el actual vulgo salvadoreño nos muestran como la salvadoreña oligarquía enterró y desterró de la conciencia y convivencia del vulgo salvadoreño cualquier pizquita de poder y de autoridad que la iglesia tenía o ejercía. Para honor y gloria de la salvadoreña oligarquía, se puede argumentar que la flaca autoridad de la iglesia encontró, en su rival oligárquico, su apoteósica tumba. Así pues, el truismo no es un non sequitur; non sequitur será argumentar que la troglodita o inteligente oligarquía también escarba su misma tumba o que prepara su apoteosis triunfal, por eso de su actuar en la actualidad política salvadoreña. Pero cabe mencionar que así como la salvadoreña oligarquía socavó el poder y la autoridad de la iglesia, el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional literalmente le ha proporcionado a la salvadoreña oligarquía una pizquita de la medicina que la oligarquía la propino a la iglesia. Así están los ‘political affairs’ en la república salvadoreña de la era postmoderna. ¿Y usted qué opina?

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