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17/03/2015 13:58:05

Posdata NoFM: #PecesSueltos presenta a Karen Dalton

“A Loose-Fish is fair game for anybody who can soonest catch it.” Moby Dick

Si la música se parece al mar, y lo habitamos todos, hay especies raras, que se ven poco y extraña vez son capturadas. Aquí surcamos las olas para hacerlos más evidentes.

 

Karen-dalton

Karen Dalton

Es correcto decir que la historia es relatada por los ganadores. Cada generación cuenta entre sus filas a un individuo, o un reducido grupo de ellos, que despide tanta luz y atención que opaca y segrega a los que a la postre serán recordados tan sólo como contemporaneos, amigos, colegas, y demás. No obstante, siendo justos, el tiempo es complejo e intrincado, y lo que nunca es para otros, y lo es al instante para algunos, también puede llegar a serlo lentamente para unos pocos. Un ejemplo perfecto de los que viven en la sombra, y sin embargo tienen un eco tan especial que no pueden ser ignorados por demasiado tiempo, es Karen Dalton.

Nacida como Karen J. Cariker en Enid Oklahoma el 19 de julio de 1939, esta cantante e intérprete vivió una infinidad de vidas antes de alcanzar el fin de las mismas entre la indigencia y la drogadicción un 19 de marzo de 1993 en la ciudad de Nueva York. Cuentan que llegó a la gran manzana a los 21 años, escapando de su segundo matrimonio; cargando consigo una guitarra de doce cuerdas, un banjo y al menos a uno de sus dos hijos. Sin previo aviso impuso su presencia estre los círculos folk del Greenwich Village de principios de los sesenta. Y poco a poco ganó la admiración de gente como Bob Dylan gracias a su inigualable voz, que poco tiempo después le granjeara el mote de "La respuesta folk a Billie Holiday", comparación que la descendiente de Cherokees detestaba.

Lo cierto es que no podemos obviar su trágica biografía por más que quisiéramos. Vivió el mito más oscuro del artista. Incapaz de resolver su compleja vida emocional, se entregó desaforadamente al alcohol y las drogas desde muy pequeña. Los amores y la familia tampoco la favorecieron. A pesar de la admiración de sus amigos, jamás consiguió el éxito. Incluso algunos la mezclan en una extraña trama de tráfico de narcóticos. Su camino por la tierra viene salpicado de drama y detalles muy dignos de película, como sus ultimos años de vida en la calle a pesar del esfuerzo de algunos seguidores por ayudarla a grabar de nuevo, o el hecho de que hubiera perdido los dientes en una pelea con dos amantes. Todos estos son detalles del cuento triste de Dalton, que transforman a sus canciones en punzadas eléctricas.

Claro, con una carrera así a veces la música queda en segundo plano, pero evitémoslo. La mayoría la presenta como un ángel del folk, otros corren al blues, también se le encadena al R&B o al soul. Pero tal vez la única conclusión certera a la que se puede llegar con cierta calma, es que la mujer hacía suyas las canciones de otros para entregarlas al mundo nuevas y sin marcas. Es simplemente Karen Dalton.

Su discografía es diminuta. Sabemos que el grueso de su trabajo se entregó en vivo, y de esos eventos hay poco material grabado o filmado. Su primer disco aparece en 1969 y lleva por título It's So Hard to Tell Who's Going to Love You the Best. Aparentemente la personalidad violenta e insegura de la cantante le hacía la vida imposible dentro de un estudio de grabación, así que para poder grabar este material fue llevada a base de engaños. Tras un par de copas la invitaron a cantar y tocar, a lo cual accedió con gusto, sin embargo nadie le dijo que el botón de REC había sido encendido. El material es eso. Crudo. Potente. Ebrio. Sin paralelo.

Tras este evento, la artista comenzó a perseguir con más seriedad una carrera en la música. Y bajo la producción de Harvey Brooks, bajista de Dylan, concibió In My Own Time, su último trabajo impreso como tal. Tal vez sea la muestra más evidente de lo imposible que es encasillarla. Su voz es como una masa que tiende hacia lo grotesco para implotar y convertirse en apenas una línea de arena que se va a perdiendo a su propio ritmo, sin demasiada corrección, sin mucha atención, y que regresa en la desesperada curva de una ola que no acaba de reventar. Así y nada más. In My Own Time, de 1971, retrata, gracias a dios, a una de las gargantas más enigmáticas que jamás han aparecido.

Tras el fracaso del disco, Karen Dalton tomó el camino que debe tomar cualquier película que quiera ganar el Óscar. Ya lo contamos. Triste pero cierto. Tras su muerte, que algunos atribuyen a una sobredosis y otros a la mala vida que se regalaba la cherokee desdentada del Greenwich Village, su obra se ha llenado de mística y ha cobrado atención poco a poco. Parece que la deuda que el mundo tenía con la mujer está siendo saldada a su propio ritmo, como siempre lo quiso Dalton.

Las reediciones de sus discos han permitido que un nuevo público se acerque a la cantante. Y con ellas ha llegado un poco de material que estaba perdido, como el disco en vivo Cotton Eyed Joe, 1966 o Green Rocky Road, compilado de grabaciones de Dalton realizadas en su casa de Colorado durante 1966. Gracias a los esfuerzos de las pequeñas disqueras que siguen distribuyendo estos materiales los admiradores continúan apareciendo.

¿Y si las cosas hubieran sido diferentes? ¿Si Dylan no hubiera sido? Sería terrible. O tal vez no. Sería otra cosa. Muy diferente, diametralmente opuesta. Pero algo sí podemos suponer, Karen Dalton jamás hubiera estado del lado fácil del camino. Las cosas nunca serían sencillas para ella. Y si lo hubieran sido, pues lo más seguro es que no tuviera ninguna razón para cantar. Es mejor no imaginar otras posibilidades y asumir que los ganadores escriben la historia, y gracias a esto aún podemos buscar entre las heridas del éxito y la justicia por la belleza de los opacos y silenciosos, tan importantes como cualquier conquistador, pues en este diálogo se galvaniza lo único que aún podemos defender: lo humano. Mejor sigamos el ejemplo de The Band y pensemos en Karen Dalton mientras cantamos este fragmento de Katie’s Been Gone, para no olvidar a los que nunca quisieron ser recordados.

Dear Katie, if I’m the only one,

How much longer will you be gone?

Oh, Katie, won’t ya tell me straight:

How much longer do I have to wait?

I’ll believe you,

But please come through. 

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