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No hablo desde la ideología o el pacto partidario, no se sofoquen, amigos. Hago una pregunta desde la escritura de la Historia.
El título de este artículo retoma la pregunta de la obra de teatro ¿Quién teme a Virginia Woolf?, que a la vez retoma la idea de la canción infantil ¿Quién teme al lobo feroz? La pregunta por el temor es la pregunta por el control de las memorias y su transformación en la historia oficial de un partido que quiere ser la historia oficial de un movimiento político.
No se sofoquen, de nuevo, amigos partidarios, aquí nadie cree que el partido en el gobierno sea un lobo feroz. Ese discurso debería quedar guardado en el congelador de la Guerra fría. No lo abran, por favor.
I
Mientras la historia de la izquierda, de las izquierdas, en El Salvador siga siendo construida por la memoria oficial de un partido político, en este caso por el FMLN, será complicado, incluso difícil, entender los procesos históricos recientes en El Salvador, la guerra civil y la posguerra. Sobre eso quiero reflexionar en este texto; están sobre aviso.
La pregunta es clave para comprender El Salvador actual. Es una pregunta que hago para mí, para los colegas que estudian la historia reciente y para el partido mismo: ¿Quién escribirá las historias de la izquierda en El Salvador?, ¿quién despartidizará la historia reciente de la izquierda? Sí, puede sonar a trabalenguas entre la verdad y el riesgo: ¿Aquel que despartidice la historia de la izquierda gran historiador será?
La duda es necesaria y es competente ahora que entramos a un segundo periodo del FMLN en el gobierno central, ahora que las estructuras del Estado competen a los fundadores del partido y sus redes políticas, y ahora que posiblemente el FMLN sea el partido de gobierno por varias gestiones más. Pero el FMLN no es la izquierda salvadoreña, y hay muchas voces ahogadas en ese discurso. No podemos aceptar los silencios, hay que hacerlos hablar.
II
Las otras voces del discurso de la izquierda reciente están vaciadas en la memoria oficial del FMLN, primero ejército de liberación nacional, ahora partido político. Sin embargo, esas mismas voces le dieron una identidad escindida, y en esa división residía precisamente la identidad de la izquierda de la historia reciente de El Salvador.
Ahora que el partido quiere ser la única identidad de izquierda, se homogeneiza el discurso heroico de cada mitin. Ahora, los correligionarios del partido llaman a esos otros actores "traidores", cuando son amables, "renovadores", cuando son sensatos, tales por cuales, en momentos de frenesí. Y la escritura de la historia corre el riesgo de convertirse, más bien, en un penoso mitin, en una repetición de consignas.
El hecho es un problema y es este: el discurso oficial de un partido quiere erigirse como historia de la izquierda; por tanto, los demás actores que no permanecieron suscritos al partido no habitan ninguna de las memorias oficiales: ni la heroica de los caídos durante la guerra como miembros del ejército de liberación nacional, ni la de víctimas (asesinadas o desaparecidas) por la Fuerza Armada o por grupos paramilitares.
Y ese es un problema para la Historia. Todas esas otras memorias -de ex patrulleros, de exiliados, de ex fundadores, de ex miembros del partido firmantes de la paz- están vivas, y en esa vitalidad, en lo vívido, reside su expulsión de la oficialidad.
Varias de las memorias suprimidas de la memoria oficial de la izquierda reciente pertenecieron al Partido Revolucionario de los Tabajadaores (PRT) o al Bloque Popular Revolucionario (BPR), organizaciones que perdieron presencia en la consolidación del FMLN en la vida institucional como partido político desde 1994. En la actualidad, el FMLN está formado únicamente por dos de los cinco bloques fundadores: El Partido Comunista Salvadoreño (PCS) y las Fuerzas Populares de Liberación (FPL). Para llegar a formar esta cúpula, el FMLN pasó por un proceso de casi una década de pugnas internas, entre ortodoxos y renovadores. Garcé, Martí i Puig y Marín indican que varios miembros que propusieron caminos socialdemócratas dentro del partido fueron purgados:
En la convención de diciembre de 2000 se aprobó una reforma estatuaria que prohibía por decreto la existencia de tendencias internas (…) en el periodo comprendido entre 2001 y 2004 continuaron las pugnas interpartidarias, las cuales acabaron resolviéndose con la expulsión de los líderes de la tendencia renovadora y con la toma de control del aparato por parte del grupo socialista-revolucionario [FPL y PCS] [1].
Mirar a la historia de la izquierda en El Salvador sin mirar las dinámicas del FMLN en la posguerra es también un riesgo, el partido se ha esmerado en la creación de un discurso heroico sin disidencia.
III
Como ha escrito Jorge Juárez Ávila, en El Salvador hay un “despliegue de memorias” [2] custodiadas por partidos políticos, que así como polarizan el escenario político de la posguerra, polarizan las memorias sobre la guerra. Precisamente en esa custodia política de las memorias, los expatrulleros, los exiliados, los ex fundadores, los firmantes, los renovadores, no son memoria dentro de una memoria que quiere ser hegemónica, la del FMLN [3].
En las narrativas del pasado reciente salvadoreño, la cuota político-partidaria es la base del reconocimiento, no anula la identidad sino que le da mérito. La víctima y el mártir son los que importan para el discurso del partido. En medio del camino se encuentran los exiliados, los ex patrulleros -a quienes ahora reciben con antimotines y antigases en Casa Presidencial, la casa del pueblo- los renovadores, los purgados.
El caso salvadoreño trata lo que Elizabeth Jelin ha llamado “memorias en disputa”, pero con la particularidad de que la disputa existe dentro de un mismo grupo y no entre grupos opuestos. La disputa misma surge de la existencia de una memoria visible, que está ahí en tanto los que la recuerdan están vivos, y que quiere ser borrada de las representaciones del FMLN oficial. Como anota Jelin: “la cuestión de cómo encarar las cuentas con el pasado reciente se convirtió entonces en el eje de disputas entre estrategias políticas diversas” [4].
La pregunta por las otras voces y por la heterogeneidad de la izquierda no es única para El Salvador. Las preguntas y las revisiones de la izquierda han sido imperativas en casos como el argentino o el uruguayo. Ambos países atravesaron por una guerra sucia y no por una guerra civil, pero desde el inicio de este siglo, sus izquierdas, convertidas en partido político, llegaron a la presidencia de las repúblicas.
Preguntarse por la historia, por las muchas historias, de la izquierda en El Salvador es preguntarse por la historia del país. El abordaje amerita una mirada crítica hacia los procesos de permitieron la fundación del FMLN, sus actores, sus escisiones, la fundación del partido ahora en el poder y de los demás partidos que fracasaron, pero sobre todo una pregunta hacia un FMLN con una celosa apropiación de la memoria.
IV
El Salvador de la posguerra no ha sanado sus heridas emocionales y sociales y ha comenzado, recientemente, a ser abordado desde la Academia. La historia salvadoreña reciente es un territorio en claroscuro donde relucen ciertas memorias oficiales. Antes de deslumbrarnos con lo que reluce, hay que preguntarnos por la penumbra.
Notas:
[1] Garcé et al, “¿Liderazgo, organización o ideología?”, p. 65.
[2] Juárez Ávila, “El despliegue de las memorias”, pp. 149-158.
[3] Garcé et al.
[4] Jelin, Los trabajos, p. 47
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Supongo que la historia la escriben los que ganan las guerras, en el caso de El Salvador es complicado ya que la guerra la perdió el pueblo salvadoreño y la gano la asociación política de los nuevos integrantes y los ya establecidos.
Si la izquierda salvadoreña ha luchado por defender los derechos de los menos afortunados y olvidados, (pobres), por lo menos ese discurso me lo aprendí, esta lucha se perdió, la perdieron los pobres ya que los dirigentes y miembros privilegiados del FMLN se les observa que obtuvieron la victoria, por lo menos económica. No puedo identificar en El Salvador a la Izquierda, lo que veo claramente son nuevos integrantes de la derecha y del nuevo orden Capitalista. Esta falta de visión ha de ser de mi pobre formación.
Les invito a mi Blog.
http://epocaencambio.blogspot.com/
Saludos
Publicado por: Editor ODuran | 07/16/2015 en 10:03 a.m.
Buenos tardes Elena:
"En las narrativas del pasado reciente salvadoreño, la cuota político-partidaria es la base del reconocimiento, no anula la identidad sino que le da mérito." En su texto esta aseveración reluce. Por un lado constata lo que demuestran los hechos, es decir que la lectura histórica es hecha por los que detentan el control epistemológico, pero, también, salva del olvido discursivo a los que no ven sus memorias incluidas en la historia de la izquierda.
En lo personal, me parece que una parte de las elegías munidas y muñidas de algunos dirigentes pasados y actuales del FMLN, son pura basura hipócrita. Esos personajes conspiraron para ver a sus propios compañeros muertos, sobre todo a esos que ahora se tilda de pequeños burgueses intelectuales; aunque a la hora de auto-boicotearse bastaba que alguien hiciera patente una habilidad y una técnica incomoda para estos tipos de intelecto cobarde y disipado, para que se ganara un complot en su contra.
Elena, en el mundo simbólico y material en el cual y a través del cual el FMLN comunica los hechos que se asumen como significativos de su existencia, toda experiencia se explica y se organiza a través de oposiciones retóricamente irreconciliables. Esto quiere decir que todas las declamaciones del FMLN que exigen por adelantado su lugar en la historia, borran el peso y la legitimidad de las otras historias efe-eme-ele-nistas. Esto es así y nada lo cambiará. El biombo de la historia está hecho con plomo.
A lo sumo puede emprenderse algo parecido a lo que hizo León Portilla en México, con aquella maravillosa crónica que el tituló "Visión de los Vencidos."
Saludos
Publicado por: Rabia Basri | 07/16/2015 en 12:54 p.m.