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Esta es la línea del Tren entre Veracruz y Orizaba, uno de los caminos de los migrantes indocumentados centroamericanos en su periplo a Estados Unidos. Foto en 2009 paisaje verde pero desolador.
I
Hoy subió al autobús un muchacho hondureño. Pidió limosna: "Mirá vos, amigo mexicano, diculpá esta molestia". Su voseo me activó la resistencia de la lengua, una cosa inexplicable llamada identidad centroamericana.
Hace unos meses, mi madre vino de vacaciones, en un semáforo en rojo, una pareja se acercó al taxi en que viajábamos. Hombre y mujer, jóvenes, delgados, ojerosos. Mostraron un documento de identidad y yo sentí un vuelco en el corazón. En el documento de identidad brillaba el escudo de El Salvador.
- Perdonen, somos migrantes.
- ¿De dónde son? -les preguntó el taxista.
- Somos salvadoreños -contestaron.
- Ay, Dios mío -dijo mi mamá- ¿De qué parte?
- De Soyapango.
Los centroamericanos siempre están pidiendo perdón. Piden perdón en sus países, piden perdón en México, pedirán perdón en todos lados. La culpa no es, sin embargo, de quienes arriesgan la vida para no perderla en su propia casa, la culpa es un estructura monumental centenaria, y todavía no hemos pedido perdón por ella.
Los centroamericanos que piden perdón en México se han quedado varados en su camino de mojados a Estados Unidos. Como muchos migrantes indocumentados, han perdido todo y piden limosna para seguir avanzando hacia la frontera norte.
II
Nacer y morir en el mismo lugar es en varios sentidos un acto patético, siempre que recordemos que el pathos está relacionado a la intensidad. Morir en el lugar en el que se nace es también una tragedia. Muchos centroamericanos han decidido morir en cualquier lugar, excepto en el lugar en que nacieron.
III
México ha sido, por décadas, un generoso refugio de latinoamericanos. Con diferentes matices y paradojas, como han señalado muchos autores, acogió durante varios periodos históricos a centroamericanos en riesgo. Durante las décadas de 1920 a 1960 y la de 1980, fue asilo para los que se encontraban en riesgo de vida en sus países de origen en el contexto de las dictaduras y las guerras civiles.
La posguerra y la pobreza en Centroamérica incrementaron la violencia y muchos de sus ciudadanos decidieron abandonar sus países de origen, por lo que en los últimos años ha aumentado la migración indocumentada, denominada “ilegal” por el gobierno mexicano y los medios de comunicación, cuya tipificación viola el derecho humano de la movilidad migratoria.
Hace unos meses, escribí, con la ayuda de dos salvadoreñas en México, una petición a los gobiernos centroamericanos, un pronunciamiento sobre el desplazamiento forzoso. La petición era muy clara. Solicitaba a los gobiernos del triángulo norte no olvidar que los que arriesgan la vida cruzando otras fronteras son también hondureños, guatemaltecos y salvadoreños, son también ciudadanos y aunque estén afuera del territorio, los gobiernos están obligados a velar por sus garantías mínimas de vida.
Conseguimos poquísimas firmas. Me dio rabia. El privilegio no nos ha enseñado a pedir perdón como han pedido durante siglos los que sufren. Mientras la clase media siga buscando likes en redes sociales, la transformación social estará muy lejos de nuestras manos.
IV
Los migrantes centroamericanos son valorados en sus países de origen siempre y cuando atraviesen exitosamente -y también trágica- la frontera México-Estados Unidos y contribuyan al crecimiento de la economía nacional y al sustento de sus familias a partir del envío de remesas.
Los migrantes centroamericanos desaparecidos en México desaparecen simplemente. No se integran en las narrativas emprendedoras que nos enseña la publicidad. A pesar de la masacre de Tamaulipas, ocurrida en 2012, seguimos pensando que los únicos migrantes centroamericanos que importan son los que venden pupusas o baleadas en Estados Unidos o Australia.
En el debate salvadoreño, los migrantes no son sujetos de temas de nación. Durante las pasadas elecciones, seguí por Twitter a muchos candidatos a diputados. Pregunté con insistencia por sus plataformas políticas y sus propuestas para los salvadoreños en el exterior o recién repatriados. Los más populares nunca me contestaron, sus Cms ni siquiera me dieron el demagógico "fav" por mención. Solo Johnny Sol Wright, de Arena, Diana Orellana, del PSD, y Oscar García del PCN -¡sí, del PCN! me contestaron. Y aunque cada uno ofreció lo que pudo, lo que quedó claro es que los partidos políticos no tienen ni un mínimo interés en los migrantes que no manden la remesa para el Pib.
Los programas políticos, si existen, no son transnacionales, los salvadoreños en tránsito migratorio, documentado e indocumentado, no son contemplados por las políticas públicas actuales. No son salvadoreños, quizá.
V
La primera vez que vi a un migrante centroamericano pedir limosna en México fue hace dos años. Recién llegada al doctorado, vivía un DF alucinante, una esperanza intelectual y demás sinónimos de privilegio. Camino al Colmex, un hombre subió al autobús. Vi brillar en su documento el mismo escudo nacional.
Durante mucho tiempo critiqué los dispositivos de identidad nacional, el arcaismo de los símbolos patrios, esa nación criolla-liberal-conservadora-modernizante-fracasada. Pero ese día en el autobús, el escudo de El Salvador brilló y comprendí quizá esa comunidad imaginada de Anderson, esa geografía moral de la nación de Smith o a mi abuela, simplemente, colocando una bandera de El Salvador cada 15 de septiembre en la ventana de mi casa.
Recordé cómo nos hemos engañado y consolado con la nación y preferí engañarme en la identidad nacional y la solidaridad, dos salvadoreños en un autobús. A veces, la ilusión de la patria nos conforta.
Cuando en 2006 trabajaba como periodista, fui a la frontera de Las Chinamas a cubrir la repatriación de varios salvadoreños detenidos en México en su travesía a Estados Unidos. Venían aplastados y sudados en un autobús, unos 300 salvadoreños, enlatados como sardinas, descorazonados, cansados, endeudados. Vinieron por carretera y no vieron el "Hermano, bienvenido a casa" de un monumento que conecta San Salvador con el camino al aeropuerto. Vinieron y no eran bienvenidos. Eran más bien un silencio, la demostración del fracaso de las políticas públicas y de la identidad nacional.
El Instituto Salvadoreño de Migración los recibió con los símbolos nacionales posibles: pupusas y kolashampán. A veces, la mentira de la patria no nos perdona.
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Los mexicanos piden respeto en usa pero no respetan al centroamericano en su pais
Publicado por: roan escobar | 04/14/2015 en 10:55 a.m.
Me gusta mucho su opinión, tengo la idea que los demás expresan las ideas que yo quisiera decir en algún momento de la vida. Me siento identificado porque no solo se pide limosnas a través de un disfraz estereotipado, se pide limosnas al pedir apoyo emocional para no volver al país, para no regresar con el rabo entre las patas; puede más ese sentimiento y morderse la lengua ante las humillaciones personales y profesionales de los ciudadanos nativos de los países que decidimos poblar. No quiero restar provecho a la nota de opinión, por lo que hasta aquí mi comentario, gracias por sus ideas.
Publicado por: Erick Alvarado | 04/17/2015 en 07:32 a.m.
La culpa de esta tragedia es EL CAPITALISMO, y más modernamente el NEOLIBERALISMO que ensancha la grieta entre pobres y ricos. Los billonarios guanacos hacen torta un Ferrari de 1/2 millón de dólares y la gente desempleada, deshauciada, endeudada, marginada tiene que ir a mendigar una oportunidad a los USA, pasando po México donde los masacran, violan, prostituyen, esclavizan. Este es el progreso que nos traen los gringos con sus Tratados de Libre Comercio?? Con amigos así, quién necesita amigos? Pero hay gente que les vale verga estas tragedias, para ellos siempre han habido y habrán pobres, mendigos, jinchos brutos analfabetas, choleras, choleros, putas. A mí que putas me importa? No puedo estar sudando calenturas ajenas. El mundo es para el vivo, el animala. Los que están jodidos es por pendejos
Publicado por: Ataulfo Angarita | 04/17/2015 en 03:45 p.m.
Q lindo/humano articulo.Y fijate q en usa tambien piden perdon.A mi se me deshacen los higados,me parece un aspect cultural atolado flojo.Piden perdon para comprar,para pagar,para usar el cagadero,para regalarte lago en una fiesta, por decir "VOS" piden perdon por todo!!y eso NO lohacen los italianos,los polacos,ESOS no piden perdon ESOS EXIGEN!!!mucho menos los mexicanos aunque te ofendan!!? pero muchos somos mas flojos porque oimos el vos,el pasaporet con el escudo,y como Pedro el apostol nos eescondemos mas!!negamos ser lo mismo!!nos alejamos in ofrecer solidaridad!!y auqneu vemso el escudo(centroamericano) del pasaporte arrugado,la angustia facial,el perdon q suena a ruego desahuacido NOS vamos en guinda,agachamos la cabeza!!y entonces me ahuveo poprque porlomenso esos "mendigos" tiene q hacerlo para sobrevivir!! yo lo hago por cobardia!!y loq los guanacos no termianos de entnder q alos gringos(usa) no les gustan loq se hacen "victimas" alcontrario tien una profunad admiracion para el pobre(underdog)q se aferran a su dignidad,(Geronimo,MalcolmX,CChavez,etc.)
Publicado por: Manuel Arce | 04/17/2015 en 04:04 p.m.