El Salvador es esa madre que golpea y escupe pero añoramos que nos ame. Landsmoder (palabra noruega que significa "madre de la patria") será adonde deriven mis dolores y amores por la nación.

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01/04/2014 14:53:40

La juventud en los tiempos del cólera o tiempos electorales (II): Sueños de reforma

Voy a tirar una piedra muy pesada y no voy a esconder la mano. Lo que pretendo es sembrar en nosotros la reflexión ser "joven" en la polis, en la política, y expresar mi depresión por lo que vi en la pasada campaña política.
 
image from http://s3.amazonaws.com/hires.aviary.com/k/mr6i2hifk4wxt1dp/14040400/38b3964b-00f7-4d3e-b9f5-00acd9d1bfb9.png
Composición con fotos de Mauro Arias y Fred Ramos publicadas en un dos fotogalerías distintas, una en El Faro, Un cierre a la sombra del pasado, y en su página de Facebook.

 
Siempre me ha interesado la política, no puedo evitarlo. De niña,  fui reina de la independencia, y cuando me coronaron, me pusieron además una bandera nacional. Más que la política, lo que me interesa y me ha traído a estudiar un doctorado es la idea de nación.
 
De adulta, atribulada, tengo culpa histórica. Mi culpa histórica consiste en ser joven y no haber "aportado al país". He sido profesora universitaria de varias generaciones y, según yo, eso me ha permitido permear en las mentes de mis estudiantes; sé que no es suficiente, pero dejemos, por favor, en paz a mi culpa.
 
 
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Creo firmemente que los movimientos político-juveniles son maravillosos en cuestiones de calificar la democracia o al menos en una manera de usar la palabra como comodín y ponerla en uso en la opinión pública, pero creo que debemos hacer más que tirar papel higiénico en la Asamblea Legislativa o llorar sin lágrimas porque un policía pisotea, litralmente, una constitución gigante de cartón.
Estas metáforas, que seducen por lo irreverente o lo simbólico, terminan siendo un sociodrama de colegio, sí, de esos que hicimos para la clase de Estudios sociales, sobre drogadición, violencia intrafamiliar, etc.
La metáfora, en estos caso, no basta. 
 
Mi decepción ha crecido después de la campaña electoral pasada, cuando los jóvenes se unieron a la lucha de los partidos de forma ciega y poco crítica. Cuando escuché el programa sobre jóvenes en partidos políticos de El Faro Radio, descubrí a jóvenes totalmente ideologizados, que no cuestionan a la cúpula de su partido y que tienen, además, problemas argumentativos para fortalecer la defensa de su institución. Hubo en estos representantes ignorancia histórica, del país y de su partido (No los culpo, no venimos de un sistema educativo, público y privado, que fortalezca a la historia como instrumento para comprender y explicar el mundo, el país en que vivimos).
 
 
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La propuesta más sana es abogar por un movimiento ciudadano (claro, hay que conformarlo) que conozca los papeles de la patria, la constitución, los códigos y leyes y que a partir de sus conocimientos proponga reformas que respondan al cambio cultural. 
Porque hemos cambiado culturalmente y la prueba es esta generación de jóvenes: los que podemos estudiamos más, estamos sobrecafliciados, no nos casamos tan pronto, ¿qué tal si no noscasamos nunca?, la moral intachable puede ser destruida por una foto de fiesta en Fb, ya sabemos, con Sartre, que el infierno son los otros. En mi esperanza, somos una generación que piensa la política, el mundo, sin las prisiones de la Guerra fría: hay que reformular nuevas concepciones para el capitalismo o el socialismo, por ejemplo.
 
Nuestra generación está llamada a pedir una reforma constitucional. Esta es una pedrada, pero creo que hay que releer ese instumento. La constitución actual data de 1983, año, década, en que muchos nacimos, y obedece también a un estado de guerra, revise usted los artículos relacionados a los grupos paramilitares.
La relación de la constitución con un estado laico es velada, y atravesamos un momento de regreso al Antiguo régimen con esa vinculación de iglesia católica y partidos políticos que acabamos de ver en las elecciones pasadas (mi siguiente post, el estado laico).
 
Así como hay que revisar la constitución, hay que revisar las leyes internas de los partidos: ¿por qué es tan baja la cuota de poder de los jóvenes en cargos púlblicos? ¿de verdad los jóvenes del FMLN se conforman con que Sánchez Cerén les dé la mano, o las mujeres de la juventud de ARENA creen que lo suyo es sonar cacerolas? La efebofobia es un problema político. 

La nueva revolución debe ser cultural. No se asusten, mis jóvenes democráticos, no estoy hablando de revolución cultural china, estoy hablando de recurrir a la cultura -usos y costumbres- como el motor de la vida nacional. 

La mayoría de la población salvadoreña es menor de 35 años, tenemos a nuestro favor los instrumentos políticos, más allá de las cacerolas o los rollos de papel higiénico.

El problema de llorar sin lágrimas ante una constitución gigante de cartón pisoteada es quizá no abrir las páginas de esa constitución. Y entonces sí hay que llorar, con todas las lágrimas, con todos nuestros fluidos. 

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