Retrata a personas entregadas apasionadamente a su vocación, sea cual sea. Artesanos, científicos, arquitectos, artistas, jueces, atletas, cocineros, acróbatas: es igual. Lo que importa es destacar su historia de amor (o desamor) con su vocación.

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27/08/2014 2:10:20

La baraja

Robert Skidelsky –autor de los tres volúmenes  que componen la biografía de John Maynard Keynes– señaló que en algunos casos la biografía se convierte en un simple “voyeurismo embellecido con notas al pie de página”. Al utilizar la palabra voyeurismo, Skidelsky llama la atención sobre el sentido fetichista (o morboso) que el género biográfico puede llegar a alcanzar. Surge entonces la pregunta: ¿debe ser la biografía un texto sensacionalista que capture la atención maliciosa del lector?  Mario Cuomo, refiriéndose a una biografía sobre Abraham Lincoln, enfatizó algo que ayuda a responder la pregunta anterior: “Lincoln no es un hombre con las uñas de los pies encarnadas; él es una idea”.

Como afirma el biógrafo de Henry James, Leon Edel, el secreto de la biografía reside en encontrar ese espacio único de conexión entre el talento y la realización: descubrir ese enlace entre lo que el individuo realizó y la vida que lo hizo posible. Es a principios del siglo XX que se plantea la encrucijada del género. Anteriormente, las biografías de la época victoriana, por ejemplo, se dedicaban exclusivamente a glorificar a grandes personajes, pero poco a poco se fue presintiendo la falsedad de esos escritos. Empezó a abrirse la brecha y los expertos del género fueron apostando por una visión más veraz y concreta del personaje: una vida y no una “vida ideal”. Lo más interesante de una biografía tiene que ver, precisamente, con la unificación de las contradicciones, como dijo Ortega y Gasset. Esas contradicciones, reflejo de una personalidad y de una época, también moldean la realización, el trabajo, la vocación, el “llamado”, que una persona asume y aprehende como suyo. Y es ese, en efecto, el color que tendrá su talento y su obra, sea esta literaria, científica, artística o, simplemente, vital.

Ahora bien, la biografía, ¿es arte o es ciencia? Posiblemente es ambas cosas. Como arte, debe tratarse de un texto eficaz, con una estructura libre e innovadora. Puede recurrir a recursos literarios, incluso alcanzando una intensidad lírica: el escritor de biografías no es un notario. Virginia Woolf dijo algo significativo en este sentido: “Si el biógrafo [o la biógrafa] respeta los hechos, nos puede dar mucho más que un hecho… Nos puede dar el hecho creativo, el hecho fértil, el hecho que sugiere y engendra”. Como ciencia, debe apostar por lo que se ha llamado la “valiente búsqueda de la verdad”. Pero, ¿es aprehensible la “verdad” de un individuo?  Es difícil, pero lo que sí se puede hacer es imprimir el rostro de una veracidad.  

El enfoque de este blog se bifurca en dos senderos: escribiré breves textos biográficos sobre personas que ya dejaron este mundo y también presentaré entrevistas a personas vivas que se encuentran cincelando ese espacio donde conviven (o perseveran) el talento y la realización. Sobre los que se han ido: porque no hay que olvidarlos. Sobre los que están vivos: porque el talento también hay que apreciarlo en vida. El ángulo específico que voy a tratar es el que describe al blog: “La biógrafa retrata a personas entregadas apasionadamente a su vocación, sea cual sea.  Artesanos, científicos, arquitectos, artistas, jueces, atletas, cocineros, entrenadores de perros, acróbatas: es igual. Lo que importa es destacar su historia de amor (o desamor) con su vocación”. O trabajo, oficio, “llamado”, como usted prefiera decirle.

Empecemos, pues, a barajar.

 

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