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“¡Princesa del divino imperio azul, quién besara tus labios luminosos!”. ¿Les parece cursi? Su autor es Rubén Darío.
Cien años han pasado desde su deceso. Los homenajes a su memoria llenan páginas de revistas y periódicos. Se repiten inevitables lugares comunes y se le llama “alma divina”. “Libertador”. “Príncipe de las letras”.
Arturo Ambrogi (1874 - 1936) lo llamó “sumo pontífice de la pose”. Salvadoreño, adinerado, descendiente de italianos, cronista, censor oficial del militarismo y colaborador usual de periódicos como El Nacional de Buenos Aires y La ley de Santiago de Chile, Ambrogi dejó al menos dos crónicas que retratan a un Darío distinto al de la epopeya del momento.
Conmover a Darío
La primera, contenida en su libro El tiempo que pasa (1913), evoca a Darío en El Salvador. Es el año 1890, Darío es el protegido del presidente Francisco Menéndez y dirige el diario La Unión, donde da a conocer a los lectores del provinciano San Salvador poemas y prosas de su Azul, publicado dos años atrás. La revolución del nicaragüense ha comenzado. Ambrogi no escapa a su hechizo. Inspirado en el naciente y pujante “rubendarismo” escribe una prosa que desliza furtivamente en el buzón del diario. Aquellas dos paginitas jamás fueron publicadas.
El tiempo pasa, en efecto. El trotamundos de Ambrogi está en Buenos Aires en compañía de Darío. En la mesa están, entre otros, José Ingenieros, Alberto Giraldo, Eugenio Díaz Romero y Roberto Payró. Hablan de todo. La plática deriva a sus recuerdos sobre la primera vez que vieron sus nombres publicados en letras de molde. Ambrogi cuenta la historia de aquellas "dos paginitas" seguramente arrojadas al cesto de la basura.
A medida que cuenta la anécdota “Rubén clavaba con insistencia en mí aquellos sus ojos que parece que no miran (...) Sentía pasar algo por su alma, que la sacudía. Declaro que me sentí satisfecho. Y hasta llegué a pensar que aquella era mi mejor venganza: hacer conmoverse al glorioso poeta, Sumo Pontífice de la pose”.
¡Pobre Rubén!
“Una visita a Rubén Darío”, la segunda crónica, es parte de la colección de textos publicados en 1916, el mismo año de la muerte del poeta, con el título Crónicas marchitas. Ambrogi está frente al número 8 de la calle Miguel Ángel, en París, donde reside Darío. Han pasado dieciséis años desde que estuvo con él en Buenos Aires. La visita, escribe, es “el sagrado cumplimiento de una obligación. Rubén Darío había sido para mí (...) en Buenos Aires, en 1898, algo así como un hermano mayor”.
En su estilo fino, florido y amanerado, muy 'modernista', Ambrogi relata el trayecto en coche que hace desde la Plaza de la Concordia hasta el remoto Passy, en el opulento XVI Distrito, para estrechar la mano del “querido maestro”. Sube al segundo piso de un nuevo y suntuoso edificio, mientras piensa: ¿cómo estará Rubén? ¿Qué efecto habrán producido en él los dieciséis años corridos...?
“-- ¿Pero qué diablos anda Ud. haciendo por acá? Es el saludo que el gran escritor me dirige.
“-- Estoy de paso, mi querido Rubén. Vengo de Extremo Oriente.”
Lo observa mientras evoca, “en presencia del mágico creador de tantas bellezas”, las impresiones de su viaje. Ha cambiado mucho. Viejo. Calvo. Tiene la cara cruzada de arrugas. “El antiguo brillo de la mirada, se ha apagado”.
“Recuerdo un viejo detalle. En el acto, mis ojos buscan sus manos. Y las veo, saliendo de entre los pliegues de la hopalanda: son las mismas manos finas, regordetas, esas manos que la vanidad del poeta llegó a calificar de “manos de marqués” (...) Sobre esas manos, no han pasado los años”, escribe.
Darío tiene solo 49 años. Está enfermo, en paso de muerte. Sus artículos reunidos en Todo al vuelo, dice Ambrogi, “eran las primeras flores de fatiga que surgían en el jardín otoñal del mágico jardinero”.
La crónica finaliza haciendo un retrato humano, demasiado humano, de aquel genio sobrehumano: “¡Pobre Rubén! Tiembla ante la idea de la muerte, como un niño ante la puerta de una estancia oscura. Y cuando sonríe, forzadamente, por no dejar, hay en su sonrisa tal condensación de honda amargura, que más que sonrisa aquello parece una mueca”.
Imagen: Darío, vestido como cartujo, por Daniel Vázquez Díaz
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Y esto donde lo metemos?
Bien vengas, mágica águila de alas enormes y fuertes
a extender sobre el Sur tu gran sombra continental,
a traer en tus garras, anilladas de rojos brillantes,
una palma de gloria, del color de la inmensa esperanza,
y en tu pico la oliva de una vasta y fecunda paz.
Publicado por: Farinelli | 02/07/2016 en 12:35 a.m.
Es la Salutación al Águila, un poema de Rubén Darío de 1906, si no me equivoco...
Publicado por: Miguel Huezo Mixco | 02/08/2016 en 05:38 p.m.
El aguila aca es el Imperialismo Yankee . Pobre Ruben aclamandolos con pompa y verso!
Publicado por: Farinelli | 02/09/2016 en 04:22 a.m.
Cómo influyó Francisco Gavidia en Darío...
Publicado por: José Sorto | 02/09/2016 en 04:42 p.m.
Yo no termino de entender porq teniendo poetas tan inportantes y universales centroameric ano ahblogrado generar un festival regional de relevancia mundial?. Y eds ams desesperznazador ver q un funcionario publico como Jorge Melendez logro catpultar la oficina de proteccion civil en u ente mas moderno y relevante!! MInetras Secultura o Concultura sigue en un pantano fantasmal.Secultura con tantos recursos logisticos,infraestrcutura,patrimonio historicos(teatros,museos,medios como TV,radio,ruinas prehispanicas,etc.personerai juridica estatal no despega,sigue inerte,invisible de la agenda nacional,porq siemper ca een manos incapaces,sin un compromiso serio en pro d eal cultura del pais,sin generar sinergias con otrpos entes(Mitur,MIned etc.)y parece q no han escuchado el termino Industrias Naranja!! estos artistas nacinales no se ponen las pilas!! agremiense,tomen las riendas de secultura,no se quden exigiendo,protestando,HAGAN,tomen acciones!!!
Publicado por: Pedro Alvarado | 02/15/2016 en 04:48 p.m.
SOY NERO
Pelicula aclamada en la Berlinale
Sobre la vida de un US soldier de origen mejicano no nacido en USA y que es deportado a Mexico despues de haber servido en IRAK
https://www.berlinale.de/en/programm/berlinale_programm/datenblatt.php?film_id=201609093#tab=video25
Publicado por: Farinelli | 02/16/2016 en 02:59 p.m.
EXPERIMENTER
film sobre un experimento socologico que tubo lugar en la universiadad de Yale en 1961 muestra la capacidad de los seres humanos en causar dolor a otros seres humanos.Cuando son guiados por una entidad que se los manda y quue parece credible!
Publicado por: iFarinelli | 02/17/2016 en 09:08 p.m.