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Recordemos los 81 años de la muerte de Augusto C. Sandino. Nacido en Niquinohomo (Valle de los guerreros, en idioma chorotega). Sus enemigos le dieron una muerte espantosa, a traición. Su drama condensa la historia de Nicaragua.
Extraordinaria vida, sin embargo. No era un teórico. Ni un iluminado. Pero por más de una década su pensamiento influyó en la élite intelectual latinoamericana. Su manifiesto “Luz y Verdad” propugnaba la igualdad fraterna y la auto administración comunitaria de los empobrecidos campesinos. Consideraba el principio de soberanía nacional como imprescindible para la dignidad no solo de los países sino de las personas.
Con un manojo de ideas , apoyado por su pequeño “ejército loco”, se enfrentó a los marines y forzó la firma de la paz en Nicaragua. Tuvo seguidores y partidarios por medio mundo. En Veracruz fue recibido como un héroe. Un testigo relata que la multitud lo llevaba en alto como un hormiguero hambriento carga una mosca para su almuerzo. En El Salvador, donde su espiritualismo nacionalista tuvo un eco muy fuerte, se recaudó dinero para ayudarle a sostener su lucha contra la invasión norteamericana.
El legado de Sandino no consiste solo en sus habilidades guerrilleras sino en el significado político de la moral, que, como escribe Volker Wünderich, es central para entender su actuación.
Su drama condensa en una ráfaga negra la historia de Nicaragua. Expulsados los gringos de Nicaragua y firmada la paz, su enemigo, Anastasio Somoza García, lo invitó a una comida. Confiado, asistió. El 21 de febrero de 1934. En la colina de Tiscapa, una patrulla de la Guardia lo detuvo. Le dieron una muerte espantosa y fría, a traición. El libertador, escribió un periodista, se redujo a las proporciones de un muchacho.
El poeta Alberto Guerra Trigueros escribió poco después. “¿Un muchacho? –Pues claro que sí: ¡Y a mucha honra! Como que Sandino fue siempre un muchacho. Con toda esa generosa sencillez, todo ese incomparable espíritu de aventura, de desprendimiento y de grandeza, que sólo puede caber en el alma ilimite y fresca de un muchacho”.
Y agregaba: Sandino ha renacido, por la muerte, a una vida más honda y perdurable. El Peter Pan Sandino, muchacho de alma, de fondo y de eternidad ha triunfado en el espíritu. Y un día –decía-- triunfará en la materia.
Invicto y traicionado. Su silueta todavía se mira desde diversos puntos de Managua. Una sombra solitaria en la colina de Tiscapa.
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Y yo esperando encontrar un texto mucho mas largo...
Publicado por: Fabio | 02/25/2015 en 03:12 p.m.