Crónicas guanacas se concibió para ser parte de El Faro desde finales de 2009, pero le tocó madurar exiliado durante más de un lustro. El blog regresa a su casa su esencia intacta: interpretar fotogramas, escenas o secuencias de la realidad salvadoreña.

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20/11/2017 17:18:52

Violentados por tener pene

En El Salvador, de cada 1,000 personas que son asesinadas, 874 son hombres, 111 son mujeres y 15 presentan tal grado de descomposición que no puede determinarse su sexo. Si sos niño u hombre, las posibilidades de morir asesinado son nueve veces más altas que si sos niña o mujer.

En El Salvador, la violencia homicida se ceba con los jóvenes que tienen entre 15 y 24 años; en esa franja de edad, que abarca a adolescentes y a jóvenes, la probabilidad de ser asesinado juega once a uno contra los varones. Once a uno.

En El Salvador, la relación de personas muertas en las balaceras que la Policía Nacional Civil (PNC) cataloga como “enfrentamientos” contra fuerzas de seguridad es de 1 mujer por cada 99 hombres.

En El Salvador, por cada 10,000 mujeres arriba de los 14 años de edad, 11 son detenidas en un año por la Policía. Entre los hombres, el número sube hasta 136.

En un municipio como Panchimalco, de 48,000 habitantes, en todo 2016 la PNC detuvo a 8 mujeres y a 163 hombres.

En El Salvador, y en sintonía con el tema de las detenciones, el número de hombres encarcelados en alguno de los recintos del sistema penitenciario es nueve veces superior al número de mujeres.

En El Salvador, el 14 % de las mujeres condenadas están en Fase de Confianza o en Fase de Semilibertad, las más benévolas con los privados de libertad. Entre los hombres, el porcentaje de los que gozan de esos beneficios es inferior al 4 %.

Y así.

*

Este aluvión de datos fríos proviene de informes del Instituto de Medicina Legal, de la Policía Nacional Civil y de la Dirección General de Centros Penales. Cifras todas oficiales y recientes, cifras todas referidas a los años 2016 y 2017.

Por si alguien tiene dudas a pesar de los seis ‘En El Salvador’, se refieren a una sociedad muy concreta: la salvadoreña, una de las más violentas del mundo. Y en lo personal, no creo que sean extrapolables a sociedades de otras latitudes.

Estos números ya parecen dibujar una realidad en la que la condición de ser hombre predispone a ser víctima de la violencia, al menos en cuanto a la violencia homicida y a la acción represiva del Estado salvadoreño. No obstante, estos números –oficiales, verificables– nada dicen sobre un ámbito que resulta más complicado de medir: cómo las maras y el control territorial que ejercen afectan sobremanera a los hombres, en especial a los adolescentes y a los jóvenes.

En El Salvador, hoy, tener 15, 17 o 22 años de edad y pene te convierten en alguien sospechoso en cualquier colonia de clase media para abajo que no sea la propia. Aunque un joven varón no tenga absolutamente nada que ver con las pandillas, se juega la vida –y no es licencia literaria– por algo tan simple como entrar en un barrio ajeno. El hecho de ser hombre es clave en los ‘juicios’ que todas las pandillas realizan a las personas extrañas que ingresan en sus territorios. No hay ni habrá cifras verificables, pero cualquiera que viva en un lugar con presencia de pandilleros sabe a qué me refiero.

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En El Salvador, la violencia homicida y la represión se ensañan contra el hombre, y un indeterminable pero significativo porcentaje de los asesinatos suceden por el hecho de ser hombres. Lo afirma alguien que, además de escrutar reportes oficiales, lleva casi una década estudiando y analizando el fenómeno de la violencia con la lupa puesta en las comunidades empobrecidas.

Y los datos ahí están. Rocosos, contundentes. Darían para montar una campaña de victimización de los hombres. Pero si algo así sucediera, si a alguien se le ocurriera que unas víctimas merecen mayor consideración por ser hombres, y de manera velada se la negara a las mujeres por no estar tan expuestas a la violencia homicida, yo mostraría mi rotunda disconformidad.

Me explico: creo de corazón que en una sociedad como la salvadoreña, con un problema de violencia tan enraizado y desbordado, establecer políticas públicas atinadas pasa por analizar, conocer y ponderar las distintas violencias desde todas las variables posibles: edad, ingresos económicos, ubicación geográfica, grado educativo y género, por supuesto. Pero no creo que las lecturas parciales, sesgadas o interesadas sean lo más conveniente, sobre todo cuando son enfoques que se utilizan para soslayar o minimizar determinadas realidades.

Ya se apuntó arriba: los varones de entre 14 y 25 años son los más afectados por la violencia homicida. Los datos son rotundos, casi inapelables, pero reducir todo a una lectura en clave de género, sin siquiera incluir las variables del clasismo y de la estratificación social tan determinantes en una sociedad como la salvadoreña, conduce a interpretaciones que lindan con la estupidez. A ese alguien que quisiera montar una campaña para sobrevictimizar a los hombres bastaría recordarle que ni la violencia homicida ni la represión estatal afectan parejo a los alumnos varones del Instituto Nacional de Soyapango, a los del Externado San José o a los de la Escuela Americana... aunque todos ellos tengan pene.

Señora 580
Foto archivo El Faro.

Comentarios

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Creo que les falta un dato para completar la lectura: Cuantas muertes son ocasionadas por mujeres?

Estimado Roger:
El dato sobre qué porcentaje de los asesinatos son generados por mujeres es imposible de determinar en un país en el que el 90 % de los homicidios quedan en las impunidad. Lo más parecido que se me ocurre es la relación de mujeres-hombres que cumplen condena dentro del sistema penitenciario. Ese dato está en la nota, pero te lo detallo: con cifras actualizadas al 13 de noviembre de 2017, hay 35,309 hombres y 3,800 mujeres en las cárceles salvadoreñas. Representan nomás la punta del iceberg del total de delitos que se cometen en el país, pero ilustra lo que en mi opinión admite muy poca discusión: los hombres delinquen mucho más que las mujeres, seguramente (y esto es opinión) por el machismo tan marcado que impregna la sociedad salvadoreña.
Si me permite un inciso más, no creo que el dato que usted solicitaba "complete" mi reflexión. El mensaje central que quise transmitir, si bien hay que llegar hasta el final del artículo para percartarse, es que en EL SALVADOR las lecturas de la situación de violencia que se hacen con enfoque 'de género' tienden a no tener en cuenta el clasismo y la marcada estratificación social que nos definen. Yo no tengo dudas sobre el hecho de que los hombres son los principales victimarios en El Salvador; lo que parece no estar tan claro es que los hombres también son las principales víctimas, cuantitativa y cualitativamente. Pero las violencias que afectan a los hombres no les afectan de forma homogénea, como tampoco las violencias que afectan a las mujeres. Parece obvio, pero por lo visto no lo es tanto.
Saludos y gracias.

Agradezco mucho que este texto haya generado una discusión más matizada sobre el papel que juega el género en las dinámicas de violencia en nuestra región. Gracias por sacar a relucir lo brillante que es Laura Aguirre: http://bit.ly/2AbaEvE

Gracias a usted, Juana, por sumarse al debate, que falta hace sumar voces para romper con visiones dogmáticas y unilaterales. Sobre la brillantez de Laura, a quien conozco desde hace 15 años, dicen que para gustos se inventaron los colores. Creo que es muy inteligente, muy estudiada, pero siento que sus análisis pecan de mucho escritorio y poca 'calle', y que están permeados por el estrato social al que pertenece. Concuerdo con usted, eso sí, en que la reacción que ha tenido a mi artículo la ha retratado de forma magistral. Saludos.

Lo que hace el autor es trasladar los milenarios prejuicios ideológicos de la religión a un juicio social auxiliado de un par de estadísticas. Es muy simplista colgar la violencia contra los varones sólo por el hecho de ser varones(o "tener pene" como dice el autor).Que los varones estén cuantitativamente más representados como víctimas no los ubica como víctimas porque se esconde el hecho de que la EDUCACIÓN DEL VARÓN EN LA CULTURA DE LA VIOLENCIA como parte integrante de la identidad de género, es lo que los ubica en las estadísticas de sufrir mayoritariamente la violencia social. La pregunta sería más bien : ¿por qué se educa al varón en la violencia y no a las mujeres? Porque con ello se reproduce en forma indirecta la idea de que es "natural" que exista una sociedad de clases y que es "natural" la superioridad del macho sobre la hembra. En diez años del 2017 al 2017 el porcentaje de participación femenina se ha duplicado de un 16.5% a un 32% , en la Asamble Legislativa, lo cual es un índice a su vez de una mejora en la magra democratización de la vida pública.Pero en el gobierno, en la empresa privada, en las instituciones financieras, y en general en todos los estamentos de poder de la sociedad, es la presencia del varón la que es abrumadora.Es en el ejército,en la escuela, en el barrio, en la vida laboral donde se enseña al varón a ejercer la violencia para tener poder. Esa violencia la ejerce contra otros varones y contra las mujeres. Esa violencia busca reproducir la sociedad de clases donde los propietarios de la renta social, en su mayoría varones, buscan determinar la vida de los no propietarios y ponerlos en función de su bienestar. En una sociedad donde todavía en los principales partidos políticos, ( ¿lo más civilizado de la sociedad ?) el criterio de idoneidad polìtica se mide por la participación de la lucha violenta por el poder en las décadas pasadas, no es extraño que la búsqueda de influencia y poder social de lo sectores menos civilizados tenga como punta de lanza a los varones ejerciendo lo que es culturalmente normal en el país: la violencia. Está en la biblia que el comer del fruto prohibido los hizo perder a ambos, al varón y a la mujer, la estancia en el paraíso, pero quien lleva la culpa de ello es Eva, ella fue la que tentó a Adan. Adán fue la víctima de esta historia y Eva heredó a hijas por los siglos y los siglos el desprecio de la humanidad. El autor ha descubierto que el varón es la víctima y no la mujer. ¡Qué original!

Decís, Arturo: "Que los varones estén cuantitativamente más representados como víctimas no los ubica como víctimas". Te retratás vos solo, Arturo. Además de victimarios, algo que nadie discute, ¿los hombres no son víctimas en la sociedad salvadoreña? No creo que haya mucho más que agregar. Un matiz nomás: hay en la actualidad más de 4,000 mujeres encarceladas en El Salvador, por homicidio, extorsión, tráfico de drogas o agrupaciones ilícitas, en su inmensa mayoría. Siempre viene bien un poco de sensatez cuando opinamos, Arturo. Y lectura sin prejuicios, porque en ningún momento planteé que la causa de la violencia que afecta a mujeres y a hombres no sea el machismo tan interiorizado en esta sociedad, y que deberíamos esforzarnos en ir minando. Creo que se avanza más con análisis apegados a la realidad que con análisis deficientes y sesgados. Saludos.

Roberto,
Interesante texto. Esto ha retratado puntos interesantes. Yo lo había pensado hace mucho tiempo pero no podía expresarlo adecuadamenta, parcialmente para no ser tildado de "machista". Lo pensé cuando hace años vi una noticia de una conocida organización social que convocó conferencia de prensa para quejarse sobre el aumento de la violencia contra la niñez. En ese momento me pareció, que si yo trabajo en tema de niñez (o en género), yo voy a defender mi bandera y trabajar sobre ello. En este caso: Denunciar el aumento de violencia contra la niñez. No obstante, la misma creo yo debe ser oportunamente ponderada y entendida en una sociedad violenta, donde básicamente todo mundo se mata. En ese contexto, no es extraño que aumente también la violencia contra la mujer, contra los niños, población LGTBI, católicos, protestantes, ateos, etc. etc.

En cualquier caso, me parece a mi que este tema de género levanta diversas y en algunos casos antagónicas reacciones en ELFARO. Recuerdo un duro escrito de un reportero de El Faro hacia una bloguera de ustedes (Virginia), que incluso provocó un editorial propio de la redacción. Creo que sería muy interesante poder discutir esto de forma abierta entre los periodistas de el faro. Algún evento público, algún conversatorio. Aunque pueda resultar dificil poner de acuerdo las agendas de todos, creo que debatir este tema entre posiciones diferentes como las de Marcela Zamora, Laura Aguirre, Virginia Lemus, El clan martínez y Sala Negra; entre otros; puede tener resultados interesantes. Creo que esto se aborda en una nota, después alguien escribe algo en su blog, otro responde, otro pone algo en su facebook; pero no hay un ejercicio más estructurado.

Saludos

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