“…me siento vecino de las estrellas
Bajo la inmensa luna de verano”
Ricardo Lindo
Hace varios años recibí una llamada de Ricardo Lindo, un hombre que hasta ese momento conocía como poeta, alguien del mundo del arte y de las letras con quien había coincidido en dos o tres eventos culturales. La llamada fue corta y directa, Ricardo me invitaba a participar en una investigación hacía en el municipio de Corinto, Morazán. Él quería que examináramos unas rocas cerca de la cueva del Duende las cuales podrían tener alguna alineación astronómica.
Siempre he considerado a Corinto como un sitio misterioso que incluso raya en lo místico, es de esos lugares que uno regresa con más preguntas que respuestas, su hechizo no solo es por el arte rupestre que se exhibe en sus abrigos rocosos sino también por su geología, está lleno de grandes rocas que evocan aquellas imágenes mentales de lo que hoy creemos que fue la prehistoria.
Ricardo Lindo estaba tan entusiasmado con la investigación que en el trayecto hacia Corinto no dejaba de hablar de sus teorías sobre el pasado en Morazán, lo que decía me recordaba un poco a los académicos clásicos de la talla de don Tomás Fidias Jiménez pero mezclado con literatos y poetas del nivel de Salarrué. Hablaba con tanto ahínco, convicción y humor que parecía que era un niño contando un cuento o una película de acción, él era jovial a pesar de cargar sobre sí mismo una buena cantidad de años, tenía un frenesí y un impulso casi sobrenatural que solo era sometido por la fuerza de sus eternos cigarros.
Cuando llegamos a Corinto me mostró una de las rocas, una particularmente interesante que los locales le apodan "El Hongo", que es un enorme pedrusco equilibrado sobre un pedestal también rocoso, luego me enseñó otras con características similares que distanciaban de la piedra hongo por algunos metros. Ricardo creía que estas formaciones eran artificiales y que algún pueblo en el pasado remoto por una razón desconocida las había colocado en equilibrio. Le dije entonces que la naturaleza puede llegar a los mismos resultados por razones de la erosión y humedad, que en otras latitudes conocen a estas formaciones con el nombre de piedras caballeras, Ricardo no me dijo nada, solo me vio de reojo y se rió un poco mientras seguíamos apreciando a las rocas.
Recordé cierta historia de los astrónomos del siglo XIX que observaban al planeta Marte usando los primeros telescopios de gran apertura, ellos estaban tan convencidos que en Marte existía vida inteligente que pasaban noches enteras frente al ocular dibujando lo que creían ver, una serie de canales que se extendían por todo el planeta. Creían que en el planeta rojo había una civilización que agonizaba y que habían construido enormes obras de ingeniería planetaria para llevar agua del sur al norte, pero cuando las investigaciones y mejores equipos se desarrollaron se descubrió que Marte es un sitio desértico, despoblado y probablemente estéril, no hay canales ni ciudades porque todo fue producto de la imaginación humana, los astrónomos querían ver canales y su cerebro les hizo ver canales.
Porque en la ciencia, lo que uno cree no necesariamente es cierto.
Las rocas que me mostró Ricardo estaba un poco más al norte, atrás de un enorme bloque de piedra que se había desprendido de la pared lateral del valle quien sabe hace cuanto tiempo y cercanas al acceso de la cueva del Duende. Eran cinco rocas en total, cuatro de ellas en una alineación bastante particular, cuando las medí y obtuve su alineación azimutal me encontré con una de las más grandes sorpresas de mi vida.
Cuatro de ellas estaban alineadas con el norte real me pareció demasiado perfecta su posición para que la naturaleza las hubiera colocado de tal forma ¿de verdad estaba viendo la alineación de cuatro rocas o estaba siendo contagiado con el entusiasmo de Ricardo? Las volví a medir y las palabras que dije a continuación me persiguen desde entonces.
“Sí, en efecto, están alineadas…”
Ricardo Lindo que para entonces terminaba otro de sus cigarros, hizo una cara de sorpresa y alegría, él decía “¡lo sabía, lo sabía!”. Le expliqué que era una interesante alineación y que había una roca que era la más curiosa de todas, porque su posición en relación con las otras la colocaba un poco fuera de línea y le dejaban una una ventana hacia el horizonte poniente en dirección al ocaso solar, que quizás podría tratarse de “un antiguo observatorio”.
Pero en la ciencia, lo que uno cree no necesariamente es cierto.
De inmediato planeamos más visitas, partimos con algunas hipótesis, hubo que ubicar la posición de cada una de las rocas en GPS y luego reconstruir el horizonte para hacerlo coincidir con los ocasos del Sol y de otros cuerpos celeste en el presente y por lo menos unos cinco mil años en el pasado. Varias semanas después regresamos con dos compañeros y amigos de la Asociación Salvadoreña de Astronomía, Ricardo Lewy y Ramón Rossell, nos acompañó Astrid Francia quién había sido mi alumna y entonces estaba a punto de terminar su licenciatura en antropología en la UTEC, levantamos las posiciones GPS de las rocas y fotografiamos el horizonte durante las tardes de los solsticios y los equinoccios.
Todas las mediciones que hicimos no concluyeron en nada, ni el solsticio ni los equinoccios ni la posición más austral o norte de la Luna o Venus parecían coincidir con la famosa ventana de observación. Recuerdo tener en mi casa una pequeña pizarra donde dibujé un esquema del lugar con las líneas azimutales hacia el horizonte, todos los días veía ese croquis y me preguntaba si había alguna alineación. Hubo un par de estrellas en el horizonte que concordaban con algunas líneas que se podían trazar desde alguna roca, pero nada era concluyente, excepto la curiosa fila norte-sur.
Así que la idea que las rocas tenían un origen natural comenzó a tomar fuerza, varios amigos y colegas antropólogos, así también algunos arqueólogos que supieron de oído el trabajo que hacíamos comentaron que perdíamos el tiempo, que las rocas eran de origen natural y punto.
Ricardo Lindo tomaba con humor las opiniones contrarias a la investigación y siempre remataba con algo ingeniosamente divertido, yo era de la opinión que había algo curioso y teníamos la obligación de investigar desde un punto diferente de lo que siempre se había hecho. En ese tiempo logramos contactar y hacer una visita de campo con Luis Castillo, geofísico de la Universidad de El Salvador, Luis quien en un principio consideró el origen artificial de las rocas con el tiempo cambió de opinión y emitió un arrollador veredicto geológico: las formaciones rocosas podían explicarse perfectamente a partir de fuerzas de la naturaleza.
Ricardo se desilusionó con la conclusión de Luis Castillo, yo también me desilusioné pero ambos nos sentimos un poco aliviados porque era algo que nos había mantenido pensando por varios meses. También fue un poco divertido darnos cuenta que hubiéramos iniciado con la opinión de Luis antes de dar los siguientes pasos, ahora puedo verlo, pero en ese momento las cosas fluyeron de otra forma.
Eso sí, nunca hubo ninguna explicación del porqué las rocas están alineadas de norte a sur, la única explicación posible es el azar. A veces el azar nos juega malas pasadas, creemos ver orden en el desorden porque creemos que solo el humano es capaz de ordenar de cierta manera las cosas, a veces sucede que al tirar dos dados estos caen en seis, lo mismo puede suceder si tiramos tres dados hay 1/216 probabilidades que todos caigan en seis, y no hay nada de mágico en ello o porque alguien los haya colocado así.
Posiblemente es lo que pasó en Corinto.
Pero ¿y si no?
Esta semana me enteré que Ricardo Lindo había fallecido, me llenó de pesar porque sabía que él era un gigante en un país de enanos, un hombre con una facilidad para soñar y decir lo adecuado en el momento preciso, un tipo con una brillantez y una locura tan lúcida que uno sabía de inmediato que era un hombre singular, eso lo demuestra su obra, sus poemas, sus escritos y el testimonio de quienes lo conocimos.
Siempre me sentí de cierta forma en el rincón opuesto a Ricardo, yo soy un nativo del mundo de la razón y las pruebas, de considerar solo lo que se pueda medir y concluir, pero Ricardo Lindo me tendió un puente hacia el mundo de la fantástica irracionalidad, porque para construir una nave espacial se necesitan sueños, se necesitan abrir los ojos a la imaginación y no tenerle miedo a la quimera. Por eso creo que hicimos un estupenda pareja de investigación, él siempre mantuvo opiniones y visiones tan diversas que me esforzaban a pensar más allá de mis límites mentales.
Yo siempre lo molestaba, le decía que nuestro trabajo en Corinto parecía más a un caso de los Expedientes Secretos X, con todo ese misterio de las rocas en un lugar muy enigmático, que él era Mulder que deseaba soñar y creer; y yo Scully, que aguadaba la fiesta y buscaba pruebas.
De nuevo me pregunto: Pero ¿y si no?
Porque es preciso considerar que las piedras están ubicadas dentro de un contexto cultural, todo el arte rupestre y los abrigos rocosos lo confirman. Es posible que esas formaciones geológicas sí tuvieran un origen natural, pero es difícil no suponer que estás no tuvieran importancia dentro del antiguo paisaje cultural, que no hayan sido tomadas en cuenta para realizar algún tipo de actividad humana, sean actividades ligadas a un ritual que incluso bien podría haber incluido sacrificios.
¿Observaron las estrellas desde ahí? No estoy seguro, pero los antiguos pueblos siempre observaron el cielo, dependieron del Sol, la Luna y las estrellas para llevar la cuenta del tiempo y construir sus calendarios, para conocer cuando era el tiempo de la cosecha o el mejor momento para la caza, cuando es la llegada de los vientos del norte o el aparecimiento de la lluvia; Sí, pudieron observar estrellas desde ahí, pero solo hay un rasgo astronómico y eso no es suficiente para poder afirmar tal cosa.
Las misteriosas rocas siguen en Corinto, quizás en el futuro vendrán otros investigadores que se harán las mismas preguntas que nos hicimos nosotros, vendrán con otros paradigmas y otras aproximaciones, quizás se rían un poco de nuestra ingenuidad para luego también darse de bruces con el pasado.
Pero las rocas sobrevivirán a nuestra humanidad, ellas se rigen por el tiempo geológico que es distinto al tiempo de nosotros los mortales, los que apenas podemos conjeturar sobre las piedras y sus propósitos, desde nuestra razón y desde nuestros sueños.
El gran público tiende a menospreciar la hazaña de colocar un robot en otro planeta, quizás porque en la televisión o en el cine les parece cosa fácil que una nave espacial viaje a otros planetas y aterrize.
Enviar un robot a otro mundo es uno de los mayores logros tecnológicos de nuestros tiempos y para lograrlo no solo hace falta poseer la tecnología y los materiales adecuados, también es necesario poseer el personal capacitado y experimentado que permita el éxito del misión.
Después de un viaje de seis meses la semana recién pasada la sonda europea-rusa ExoMars logró llegar al planeta Marte y hacer descender un robot en la superficie del planeta rojo. ExoMars sí logró colocarse con éxito en órbita pero la sonda robot apodada Schiaparelli, que pretendía descender en la zona llamda Meridiani Planum sufrió una falla al entrar al planeta y se estrelló en la superficie.
NASA posee en estos momentos varios vehículos en Marte, uno de ellos es el Mars Reconnaissance Orbiter MRO que se encuentra orbitando al planeta desde 2006, el MRO posee una cámara de alta resolución que permitió fotografiar la zona donde se esperaba que Schiaparelli aterrizara, lo que descubrió fue una zona oscura lo que dio pie a sospechar que el robot se estrelló en Marte a gran velocidad.
Todavía no está claro que sucedió, según la Agencia Espacial Europea ESA el paracaídas de Schiaparelli se abrió mucho antes de lo programado y los cohetes de freno se encendieron por muy poco tiempo, así que el robot se desplomó desde unos 2 kilómetros de altura hasta impactarse en la superficie, quizás explotando.
Digamos que la misión ExoMars ha tenido un 50/50 de éxito.
Las países desarrollados saben que el conocimiento es clave para el progreso y mejorar la calidad de vida de su población, siendo así la industria aeroespacial es clave para seguir siendo competitivos en un mundo cada vez más tecnológico. La naciente industria espacial privada está a punto de dar un salto de calidad y muchos países inteligentemente están apostando por el espacio, la punta de lanza donde se desarrolla la tecnología y las técnicas de vuelo es en la investigación científica, a partir de ahí la cascada de conocimientos es invertida en nuevos servicios o productos, un poco a la inversa de lo que tradicionalmente hacen nuestros países subdesarrollados, que pretenden ver productos tecnológicos antes de aprender como hacerlos.
Así que Europa debe seguir intentando descender en otro cuerpo celeste, perfeccionar su tecnología y hacer más experimentado a sus científicos e ingenieros, ya lo intentó en 2014 con el módulo Philae en el cometa 7P/Churiumov-Guerasimenko, donde fallaron los ganchos de anclaje de la sonda. Aunque Philae no se destruyó éste descendió en una zona donde sus paneles solares no recibieron la energía del Sol así que terminó por apagarse.
Ahora Schiaparelli también ha sido un revés para la ESA, hay que comprender que no es sencillo lograr un aterrizaje en otro planeta, los rusos y los estadounidenses también han sufrido fallos y decepciones hasta que al final parecen haber aprendido la técnica del descenso. La gráfica inferior realizada por NASA sirve para ilustrar las misiones robóticas exitosas y fracasadas que han visitado al planeta rojo lo que demuestra lo difícil que es colocar una nave en Marte.
El problema que ahora se enfrenta la ESA es que si recibirán apoyo económico para la siguiente misión en 2020 por parte de políticos que tradicionalmente tienen poco interés en la ciencia, en una Europa post-Brexit y con una creciente población incómoda por la inversión en tecnología y conocimiento.
Veamos que sucede, por hoy hay que sentirnos satisfechos con un éxito del 50/50.
Júpiter es el planeta más grande del sistema solar, un inmenso mundo gaseoso con un diámetro 11 veces el terrestre, si Júpiter fuera hueco podríamos meter dentro de él unas 1,300 tierras. El tamaño de Júpiter es tal que su gravedad ha logrado capturar y mantener orbitando a todo un complejo sistema de lunas que hasta el momento se cuentan en 67 satélites.
Los astrónomos Galileo Galilei y Simón Marius fueron los primeros hombres que en 1609 observaron por telescopio el movimiento de las cuatro lunas más grandes de Júpiter, las cuales fueron bautizadas en honor a las amantes del dios Zeus: Ío, Ganimedes, Europa y Calisto.
Estas lunas son tan grandes que son fáciles de observar desde la Tierra utilizando un pequeño telescopio aficionado. Su movimiento alrededor de Júpiter genera eclipses, ocultaciones y sombras que se proyectan en la cara del planeta, su observación y seguimiento así como su fotografía es una de las actividades más entretenidas de la astronomía amateur.
Cada una de estas lunas es un mundo diferente, entre ellas y Júpiter suceden fuerzas de marea tan feroces que prácticamente estos satélites son estirados y encogidos en cada órbita; algunas de ellas, en el caso de Ío, el continuo aplastamiento gravitacional ha logrado que la luna mantenga una fuerte actividad volcánica.
Pero Europa nos cuenta otra historia.
Europa es uno de los cuerpos del sistema solar más curiosos, su superficie posee pocos cráteres de impacto y hay una ausencia total de montañas o cerros, un hipotético astronauta que caminara en la superficie de Europa vería una larga planicie de hielo; eso si, resquebrajada.
Las grietas del hielo europeo son tan enormes y complejas que se extienden en ambos hemisferios como una caótica maraña de fisuras. Por eso los mapas de Europa son tan complejos y parecen no tener sentido, ante tal complicación los astrónomos planetarios tuvieron que proponer nuevos términos para tratar de comprender los accidentes geológicos europeos.
Así que llamaron líneas a las marcas largas –sean oscuras o claras- que se extienden en la superficie del satélite, mientras que los flexus son pequeñas crestas arqueadas probablemente creadas por fuerzas de marea que hacen que el hielo se expanda y se eleve un poco durante cada órbita alrededor de Júpiter. Por otro lado están las máculas que son manchas oscuras irregulares que bien podrían ser cicatrices en el hielo de un antiguo impacto meteórico.
Desde que la sonda espacial Voyager 2 alcanzó a Júpiter (1979) y se acercó lo suficiente a Europa, los geólogos planetarios comenzaron a sospechar que la corteza del hielo europeo flotaba en un océano interior. Las investigaciones de la sonda Galileo en la década de 1990 demostraron que la sospecha científica era cierta, hay un mar subterráneo, un oscuro e inaccesible océano alejado de la radiación de Júpiter, que se mantiene líquido gracias a la actividad volcánica submarina.
Arthur C. Clarke fue seducido por el descubrimiento del hielo de Europa e inmortalizó la posibilidad de vida en esta luna en su novela de ciencia ficción 2010 Odisea dos (1982). En esta obra unos astronautas chinos, rusos y estadounidenses se topan con vida extraterrestre en Europa.
2010 Odisea dos fue llevada al cine con el nombre de 2010: The Year We Make Contact (1985), dirigida por Peter Hyams y protagonizada por Roy Scheider y John Lithgow. A mi parecer 2010 es una excelente película de ciencia ficción que trata sobre la exploración planetaria, la inteligencia artificial y la posibilidad de vida en Europa, no se parece mucho a su antecesora, 2001 Odisea Espacial de Kubrik, 2010 es menos artística y más digerible para un público más amplio.
Sin ir más allá–para no dañar a quienes no la han visto- el final de la novela y la película es altamente explosivo y aparece un mensaje proveniente de una conciencia extraterrestre muy superior a la humana, transmitido gracias a la computadora Hall 9000 nos ordena: “Todos estos mundos son sus mundos, excepto europa. No intenten aterrizar allí".
Por eso pensé en 2010 cuando a finales de septiembre NASA hizo público una importante noticia sobre Europa: Estudios con el Telescopio Espacial Hubble descubrieron que la superficie de esta luna joviana se levantan penachos de vapor de agua que alcanzan los 200 kilómetros de altura, hay algo muy interesante ocurriendo en ese océano misterioso europeo.
Nadie sabe la espesura del hielo europeo, pero los penachos de agua son una fortuna para los científicos porque una posible misión hacia Europa podría consistir en tomar una muestra del agua que expulsa la luna y luego estudiarla para buscar algún indicio de vida microbiana.
¿Qué pasaría si Europa tuviera vida microbiana o algún otro tipo de vida mucho más compleja? Pues sería uno de los descubrimientos más importantes en la historia de la ciencia, una increíble noticia para los biólogos porque permitiría estudiar un proceso evolutivo totalmente independiente de la Tierra, quien sabe como es su genética molecular o que adaptaciones han ocurrido en la posible fauna o flora que se descubran bajo el hielo.
Eso sí, también podría ser que el mar se encuentre estéril. En cuyo caso también es una gran noticia, en ciencia cualquier tipo de conocimiento siempre es importante. Si consideramos que el agua de los mares europeos son mayores que toda el agua del mar terrestre, es un recurso natural valiosísimo que podría estar a la disposición de futuros exploradores.
Pero si hay vida en Europa lo mejor investigarla y dejarla en paz, tal como dice la novela de Clarke no influir en su particular proceso evolutivo.
En ese caso, los demás mundos pueden ser nuestros, excepto Europa.
Aquí un vídeo explicativo que he preparado en mi canal YouTube:
Hoy (22 sept 16) es el equinoccio de otoño para el hemisferio norte y equinoccio de primavera para el hemisferio sur, una de las características de las zonas templadas del planeta es que los inviernos son bastante fríos mientras que los veranos son muy calientes, la otra característica es que poseen estaciones del año muy marcadas.
El equinoccio es un hecho astronómico que sucede por la inclinación del eje terrestre y la ubicación del planeta en su órbita alrededor del Sol, permitiendo que en este día en particular en todo el planeta el día tenga la misma duración que la noche, de ahí su nombre del latín, aequinoctium "noche igual".
A lo largo de la historia las sociedades han celebrado la llegada de las estaciones porque marcan una transformación de la naturaleza, un cambio que aunque no ocurra de inmediato, no se puede detener. Es posible que estos cambios hayan influido la construcción de nuestros mitos, quien sabe si la idea del destino tuvo que ver con el devenir de las estaciones, porque hagamos lo que hagamos la estación siempre terminará y llegará una nueva, como si tal cosa fuera prescrito.
También hay sociedades que ven la existencia como un ciclo sin fin de vida-muerte-vida, es posible que las estaciones también hayan ayudado a la establecimiento de esa creencia. Ver que los árboles pierdan su verdor en otoño y luego verlos renovarse en primavera podría haber ayudado a creer que nuestra existencia humana es una metáfora de la naturaleza.
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El año pasado emigré de El Salvador, cambiar de país es una cuestión compleja que va más allá de crear nuevas relaciones sociales y buscar un nuevo nicho económico. Migrar también es comprender la naturaleza del nuevo lugar donde nos hemos desplazado, es aprender a reconocer el canto y apariencia de otros pájaros, de percatarse que el terreno donde uno pisa es otro y que las estrellas –gracias a la latitud- se observan en otras posiciones.
Pero sobre todo es advertir que el clima es diferente.
Fuera del trópico las estaciones son muy marcadas, eso sí, se hacen gradualmente marcadas cuando nos alejamos de los trópicos Cáncer o de Capricornio hasta llegar los círculos polares (ártico o antártico). En el momento más caluroso del verano cuesta creer que en unos meses habrá tanto frío que cualquier persona podría morir congelada.
¿Cómo percatarse de ese cambio?
Una de las formas más sencillas y baratas es llevar un registro fotográfico de las estaciones; eso sí, hay que tener cierta disciplina y recordar que se debe tomar una foto del mismo lugar en una fecha y hora determinada.
Por eso me decidí desde el año pasado fotografiar la calle frente a mi apartamento, así registrar la estación del año, se que lo mejor es colocar una marca en el piso y ubicar un trípode con la cámara para captar el mismo ángulo, pero dado que se me hizo imposible en un inicio, traté de realizarlo lo mejor que pude, pero siempre respetando la hora.
Aquí están los resultados:
Las fotos muestran no solo las particularidades generales de cada estación, sino también la cantidad de luz solar que reciben las zonas templadas, durante el invierno los rayos solares son más inclinados, los días son más cortos y las noches son más largas.
Con el cambio de estaciones hay que pensar en el guardarropa, no por cuestión de moda sino por una necesidad climática. En el trópico una persona puede vivir todo el año con el mismo atuendo, pero en las zonas templadas es esencial pensar en una vestimenta para cada estación.
Es increíble observar como pasan las estaciones, si alguien es muy observador y amante de la naturaleza disfrutará cada momento del año, de las flores y los cielos azules, al calor sofocante y el profundo verdor de los árboles, así también al enrojecimiento de estos y a la llegada del implacable frío acompañado de una alfombra de nieve. Claro que mucha gente nativa considera que las estaciones son una obviedad, y hay una queja particular para cada una, que en primavera los ataca el polen, que en verano mucho calor y demasiados mosquitos, que en otoño muchas hojas, ni que decir del invierno; en invierno, hay que palear la nieve y desean lo antes posible que sea verano.
Supongo que en mi caso adaptarme a un nuevo medio pasa por comprender lo que nos rodea y observar los cambios en el clima. Me doy cuenta que a veces llegan ventiscas del norte que me recuerdan a los nostálgicos vientos de octubre en El Salvador o percatarme que no existe en inglés una palabra para definir la hojarasca.
Hojarasca que pronto comenzará a acumularse en calles y aceras.
Llegó el otoño.
La física dice que es imposible viajar más rápido que la luz, aunque existen propuestas de vehículos espaciales ultrarrápidos, ninguno considera alcanzar la velocidad de la luz y mucho menos sobrepasarla. La velocidad de la luz es la gran barrera física, se necesitaría energía infinita para lograr que una nave espacial acelerara y llegara a la velocidad de la luz, ante tal imposibilidad el viaje espacial supralumínico es un sueño.
Solo nos queda soñar que viajamos entre las estrellas y visitamos planetas extrasolares, algunos de ellos desolados e inhóspitos, pero otros quizás llenos de vida o con civilizaciones exóticas, seres inteligentes con quienes podríamos comunicarnos y compartir nuestros puntos de vista sobre la vida y el universo.
De todos los productos culturales que se han desarrollado en la época contemporánea, ha sido Star Trek que ha logrado transmitir el sueño fantástico de exploración y viajes por el espacio exterior mejor que ningún otro. La narrativa Trek inició su larga historia hace 50 años, creada por Eugene Roddenberry (1921-1991), producida por Desilu y emitida por NBC, presentó su primer capítulo “The man cage” un 8 de septiembre de 1966, capturando desde entonces la imaginación del público.
La serie de televisión original presenta las aventuras de exploradores del siglo 23 que viajan por la galaxia protagonizando curiosas e inteligentes historias, el equipo original que contaba con personajes ahora legendarios como el capitán James T. Kirk, el señor Spock, el doctor Leonard McCoy solo logró emitirse por tres temporadas, en una decisión ejecutiva que hasta ahora es polémica, la productora canceló Star Trek en su mejor momento.
Pocos años después, entre 1973 y 1974, se presentó una versión animada de la serie producida por Filmation, donde los protagonistas originales (excepto Walter Koening quien interpretaba a Pavel Chekov) hacían las voces de los personajes principales, la serie animada con algunas historias muy ingeniosas pero muy pobres en animación completan los cinco años de exploración galáctica, aunque hoy muchos de sus capítulos no se consideran dentro del canon narrativo de la serie.
En la década de 1970 el interés de los aficionados por Star Trek se había vuelto tan grande que cada año se realizaban numerosas convenciones en casi todos los Estados Unidos y Canadá, en las reuniones se invitaban a los protagonistas de la serie, se hablaba sobre la posibilidad de continuar con Star Trek mientras el Paramount Pictures (antes Desilu) hacía oídos sordos a la petición de los fanáticos. El interés fue tal que en 1976 NASA bautizó al primer prototipo del transbordador espacial con el nombre de Enterprise, en honor a la nave estelar más emblemática de la franquicia.
Fue hasta 1977 que la productora competencia de Paramount, la 20th Century Fox tuvo un gran éxito con la película Star Wars (Ahora Star Wars IV: New Hope) que los ejecutivos de Paramount consideraron a Star Trek como un proyecto potable, pero sobre todo lucrativo. A partir de ahí y se filmó Star Trek The Motion Pictures, dirigida por Robert Wise, usando a Isaac Asimov como consultor científico y con una magistral banda sonora compuesta por Jerry Goldsmith que le daría un nuevo aire a la serie.
Entre 1979 y 1991 se produjeron seis películas con los mismos actores pero sobre todo manteniendo una misma línea narrativa, probablemente las más exitosas fue la segunda (The Wrath of Khan, 1982) y la última de la serie (The Undiscovered Country, 1991) la que hoy nos recuerda el final de la Guerra Fría.
En 1987 Roddenberry llevó a la pantalla de televisión una nueva propuesta que llamó Star Trek: The Next Generation TNG, la serie situaba la acción en el siglo 24, cien años después de la serie original, con personajes ahora entrañables como el capitán Jean Luc Picard y el teniente Data. TNG dejó de transmitirse en 1994 reemplazada con cuatro películas donde se contrató al mismo elenco.
Una vez fallecido Roddenberry fue el productor Rick Berman quien retomó el programa contratando a guionistas que siguieran la visión del creador de la serie. Berman creó las series que continuaron: Deep Space Nine (1993-1999), Voyager (1995-2001) y Enterprise (2001-2005). Cada una con sus personajes, estilo y sus historias particulares; eso sí, todas poseen una coherencia que le dan cuerpo al universo trekerieano.
La franquicia ha tenido sus aciertos y sus errores, la última serie Enterprise fue cancelada en 2005 bajo el argumento que la audiencia era muy pobre, aunque en lo personal me gusta mucho, con el tiempo se le ha visto mayor aprecio a sus personajes y tramas (la última película Star Trek Beyond 2016 tiene varias referencias a Enterprise). Los estudios dejaron de lado a Berman, consideraron contratar a alguien nuevo para reiniciar la franquicia, y la decisión cayó en el director J.J. Abrams quien públicamente dijo que nunca tuvo especial predilección por Star Trek.
Abrams utilizó el viaje en el tiempo y los universos paralelos para destornillar todo la narrativa que había creado The Next Generation y las siguientes series a cargo de Berman, tal afrenta no fue bien vista por muchos aficionados –me incluyo- por lo que denominaron a las nuevas películas como Universo Alternativo Abrams y muchos discuten si lo adhieren al canon de la serie, otros creen que las nuevas películas de Star Trek son versiones milenial para un público que más interés en la acción que en la historia y que no pertenecen a Star Trek, yo las he visto, las he disfrutado pero tengo claro que hay una diferencia cualitativa en la producción actual –sí, con mejores efectos y acción- con los trabajos anteriores.
CBS ha considerado lanzar en 2017 una nueva serie llamada Star Trek Discovery que supone otra precuela una década antes de la generación original, es posible que rescate los valores de Roddenberry y quede bien con la lealtad de sus aficionados.
El universo ficticio de Star Trek es muy complejo y enorme, una persona que desee ver todos los capítulos y películas le tomaría 22 días y 20 horas consecutivas, eso sin contar las novelas y los comics que han sido publicados desde finales de la década de 1960 y que aunque no se consideran dentro del canon narrativo son parte del producto Star Trek.
Mi gusto por Star Trek comenzó de niño, por el consejo de una tía muy querida quien me invitó a ver “Viaje a la Estrellas” en su emisión repetida a los lunes, miércoles y viernes a las 10 de la noche en canal 2. Quedé fascinado desde un principio, aunque ya en la década de 1980 los efectos especiales de la serie original ya se veían desfasados y hasta cómicos, el espíritu de explorar lo desconocido, la visión científica por el universo, aunado al carisma de los personajes fue lo que me enganchó.
A principios de la década de 1990 Canal 2 presentó en su horario estelar del domingo Star Trek: The Next Generation, programa que vi religiosamente hasta que fue suspendido de la programación a principios de 1994 reemplazándola por otra serie de poca monta. Canal 2 me dejó –y supongo que a muchos aficionados salvadoreños también- a la mitad de la serie, nunca se transmitieron las últimas tres temporadas, tuve que verlas al igual que las series subsecuentes de forma dispersa en televisión por cable, deuda que saldé hasta que llegaron los servicios streaming donde he logrado hilar de nuevo toda la narrativa.
Star Trek ha tenido una profunda influencia en cierto público que aprecia la exploración, la ciencia y la tecnología, es curioso como muchos exploradores y científicos se decantaron por la ciencia a partir del razonamiento fantasioso de un personaje con orejas puntiagudas, quizás la visión positiva y optimista del futuro es lo que llama la atención o que las respuestas a los problemas humanos pueden ser solucionados a partir de la valentía, la lógica, la ciencia y la tecnología, valores que asumo muchos científicos comparten, es posible que por eso mucha de nuestra tecnología actual parece adquirida de Star Trek, claro que todavía hacen falta naves teletransportación y holocubiertas.
Pero también tiene una gran significación para muchas personas que toman muy en serio la franquicia, los que son verdaderos fanáticos, que observan y estudian a detalle las nimiedades y los recovecos de la narrativa, que visten y desfilan en uniforme de Star Fleet en lugares públicos, aquellos que su moral y su visión de la realidad es a partir de ese mundo de fantasía, unas de las aristas más complejas de esta producción cultural y que tiene un interés antropológico y psicológico extraordinario. Cervantes diría que son los Alonso Quijano de nuestro tiempo, los que se dejaron llevar, no por la literatura de caballería medieval sino por la ciencia ficción futurista.
Como la franquicia ha sido el esfuerzo colectivo de cientos de guionistas que durante 50 años fueron construyendo poco a poco lo que ahora es casi un metarrelato, es clara la perspectiva occidental en los argumentos. A veces recuerda la expansión europea de los siglos XV y XVI, solo que reemplaza los barcos y los nativos, por naves espaciales y extraterrestres. En otras ocasiones los villanos simbolizan la otredad contrapuesta a occidente, en cierto momento se vislumbra atisbos de la Guerra Fría con sus oponentes soviéticos (Klingons), algo que en la actualidad ha sido reemplazada por estados totalitarios que recuerdan a Corea del Norte (Kardasianos y Romulianos) o los actuales atentados terroristas (Bajoranos y Xinti-Reptilianos en la serie Enterprise)
Star Trek también ha logrado colocar a mujeres y afroamericanos en posiciones protagónicas, a finales de la década de 1960 el personaje Nyota Uhura (Nichelle Nichols) logró que una afroamericana apareciera de igual a igual con sus contrapartes blancos, asimismo la capitán Kathryn Janeway (Kate Mulgrew) se hace cargo de una nave espacial que tiene que regresar a la Tierra desde el otro lado de la Vía Láctea, la nave Voyager es obligada a sortear una serie de peligros que recuerdan el viaje de Odiseo cuando regresaba a Ítaca. Asimismo el personaje afroamericano Benjamin Sisko (Avery Brooks) tiene que lidiar con personajes shakesperianos dentro de una dinámica muy intensa en la Deep Space 9 ubicada frente a un agujero de gusano.
A pesar que algunos protagonistas de la serie tienen origen latinoamericano (Zoe Saldana – Uhura en Star Trek 2009, Robert Beltran – Chakotay en Voyager, Ricardo Montalbán – Khan Noonien Singh en la serie original) y de pronto en algunos capítulos suenan nombres de origen latinoamericano estos no poseen una participación activa, exceptuando al personaje B'Elanna Torres (Roxann Dawson Caballero) en la serie Voyager que supone ser mitad humana mitad klingon, tampoco ningún personaje posee un acento en inglés marcado que recuerde a latinoamérica como sí lo posee el personaje ruso de Pavel Chenkov, ya que en los Estados Unidos la minoría con mayor crecimiento tiene su origen latinoamericano es posible que en las futuras versiones de la serie aparezcan algún actor procedente de centro o sur américa.
Sin duda Star Trek es una ficción muy poderosa y coherente, con héroes que se mueven entre la valentía y la curiosidad como el capitán Jonathan Archer, el estoicismo del Picard, la lógica de Spock y la frialdad de Data o Seven of Nine. Pero sobre todo es un negocio, así sucede en este sistema económico donde los productos culturales son mercancía y donde hay un ávido grupo de fanáticos e interesados que compran objetos relacionados con la serie con la necesidad de pertenecer o comunicar su particular visión del mundo. No importa como lo explique el personaje Jean Luc Picard cuando dice que en el siglo 24 ya no es necesario el dinero (TNG: First Contact) en la vida real del siglo 21 sí que lo es y para ello la serie ha creado toda una economía paralela que facilita a los aficionados y fanáticos la posibilidad de tener objetos de colección en sus manos, solo los verdaderos "trekkies" sabemos el valor de tener un pin comunicador o un tricorder en nuestras manos, un objeto que hace soñar con estas grandes epopeyas espaciales.
Porque recordemos que solo es un sueño, la premisa principal de Star Trek donde una nave viaja más rápido que la luz sin el problema de la dilatación del tiempo y otras cuestiones es hasta el momento pura fantasía, es entretenimiento, es muy difícil que exista un Zefram Cochrane que desarrolle el impulso Warp, aunque por ahí hay algunos científicos que trabajar desde la teoría física para lograr algo parecido .
Eso sí, nada nos impide soñar, Johannes Kepler utilizó el recurso del sueño en su libro Somnium (1608) para viajar a la Luna por medio de un encantamiento mágico. Kepler no podía imaginar cohetes, cápsulas y trajes espaciales, así que la magia fue su solución particular, quizás eso mismo nos sucede, el viaje a traves del universo a bordo del Enterprise o Voyager es la respuesta particular de nuestro tiempo a ese desafío técnico, de ser posible es algo que está fuera de nuestra comprensión actual.
Mientras tanto, Engage!
El 25 de mayo de 2006 publiqué en El Faro un pequeño artículo titulado “Bienvenidos al Universo”, en El Faro pretendía continuar mi labor como divulgador de la ciencia, una actividad que me había dedicado ad-honorem desde hacía varios años en otros medios de comunicación y apoyando a diferentes instituciones.
Inicié en El Faro gracias a la idea de mi gran amiga Carmen Molina Tamacas, quien entonces editaba la sección cultural de El Ágora y buscaba contenido nuevo, me pareció estupendo porque en general en las secciones de cultura siempre hay espacio para las artes, pero nunca para la ciencia. La gente considera el trabajo cultural sinónimo al arte y a las humanidades, tal visión proviene del antiguo concepto que decía que cultura eran todas aquella aspiraciones de una persona o de una sociedad en mejorarse a sí misma y refinar sus conductas, no en balde la palabra cultura está asociada etimológicamente con cultivo o cultivado. Todavía vemos que una persona que posee actitudes rudas o toscas es acusada de no tener cultura.
La antropología del siglo XIX transformó el concepto de la cultura a un complejo de saberes, creencias, conocimientos, valores totalmente humanos. Los antropólogos consideramos que no hay ser humano sin cultura, desde la antropología la ciencia es un trabajo cultural.
La idea fue bien recibida por Carlos Dada, quien entonces era director de El Faro y que al igual que Carmen son entusiastas de la ciencia. Así que con el apoyo de ambos publiqué mi primer artículo de divulgación que incluía una recomendación sobre eventos astronómicos de la semana.
Seguí escribiendo artículos de divulgación hasta que por razones laborales me retiré casi dos años, pero siempre colaboré con el periódico con alguna nota o declaración. En 2014, con intención de aumentar las opiniones dentro de El Faro, Elmer Menjivar me invitó de nuevo a escribir, en esta ocasión dentro de los blogs y aquí estoy con Cósmica.
El año pasado que estaba recopilando todos mis escritos caí en cuenta que el tiempo pasa volando, siempre nos sorprendemos de la rapidez que pasan los años. Cuando somos niños un año del colegio nos parece una eternidad pero cuando pasamos la frontera de los veinte años el tiempo parece ir más veloz ¿A qué se debe tal fenómeno? Hay varias respuestas posibles, una de ellas es que cuando crecemos y tenemos más responsabilidades (familia, trabajo, etc.) nos enfocamos tanto en lo que hacemos que todo nos parecer ir más de prisa.
Otra posible razón es que cuando nos vamos haciendo mayores obtenemos mejor comprensión del tiempo y tenemos una idea más clara de lo que representa un año, algo que los niños todavía no han desarrollado. Maximilan Keiner hace una gráfica sobre la comprensión temporal en el transcurso de una vida.
También es posible que cuando nos hacemos mayores y descubrimos el mundo, sabemos como funciona y hay menos cosas nuevas que nos sorprendan por eso sentimos el tiempo más veloz. Lo mismo sucede cuando viajamos en un carro a un sitio por primera vez, en el trayecto de ida creemos que el viaje dura casi el doble que cuando regresamos.
Sin embargo, la velocidad del tiempo es solo una percepción humana, una década equivale a 3,650 días u 87,600 horas, a menos que viajemos a velocidades cercanas a velocidad de la luz no apreciaremos la dilatación del tiempo como un fenómeno físico.
El tiempo y la velocidad de la luz son parámetros para medir distancias, esto porque en el Universo las distancias son tan enormes que medir con kilómetros o millas se vuelve complicado. Un año luz son 9 460 730 472 580,8 km, una cantidad considerable de espacio, a un año luz de distancia del Sol la mayoría de planetas del Sistema Solar serían invisibles al ojo humano y solo los planetas mayores podrían distinguirse con un telescopio. A un año luz de distancia de nuestro Sol no hay ninguna estrella, la estrella más cercana está en dirección al Sur a 4.22 años luz del Sol.
En una esfera imaginaria de 10 años luz alrededor del Sol; el tiempo que tengo en escribir en El Faro, hay muchísimo espacio, casi 4,189 años luz cúbicos, pero son pocos objetos celestes, apenas una docena de estrellas.
Hay que ampliar la imaginaria esfera a 100,000 años luz para ubicar a más estrellas, nebulosas y cúmulos estelares, a esa distancia luz ya distinguiríamos la estructura de nuestra galaxia, la Vía Láctea. Y un par de millones de años luz más allá, en una esfera de 10 millones de años luz ya cabrían todas las galaxias de nuestro grupo local de galaxias, la Vía Láctea, la Galaxia de Andrómeda, la Galaxia del Triángulo y la NGC 3109 todas ellas acompañadas con más de 30 galaxias satélites.
Para observar la estructura del supercúmulo galáctico Virgo sería necesario ampliar la imaginaria burbuja a 110 millones de años luz, solo así cabría en su interior al menos unas 100 galaxias, aunque gigantesco el Supercúmulo Virgo es apenas una pequeña parte de la estructura del universo visible en expansión, una esfera en expansión de 46,500 millones de años luz.
Desde ese punto de vista, 10 años no es nada.
Había escrito un extenso texto sobre el tránsito de Mercurio, el cual no subiré por razones obvias, en estos días hay muy poco público interesado en textos largos, la cultura del microblogging (Twitter permite solo 140 caracteres) ha logrado que la mayoría de personas prefieran leer lo mínimo en línea.
Pero como nada se pierde en esta vida, ese texto que versaba sobre órbitas y la historia de la astronomía me servirá para un proyecto que estoy preparando, el cual espero tenerlo listo antes del fin de año.
El 9 de mayo ocurrió un tránsito de Mercurio y para los que tuvimos la fortuna de observarlo vimos como el planeta recorría el disco solar, el evento duró 7 horas y media, siendo uno de los más largos de los últimos años. No hay nada misterioso en los tránsitos de Mercurio, es solo que la Tierra y Mercurio se ubican en tal posición que éste nos aparece frente al Sol. Será hasta el 11 de noviembre de 2019 cuando vuelva a ocurrir, en esa ocasión tendrá una duración de 5 horas y 28 minutos.
El Sol y los ojos humanos no son buenos amigos, con este tipo de eventos es necesario usar telescopios con filtros solares especiales, no valen vidrios ahumados, vidrios de soldador o lentes oscuros, cualquier tipo de solución inmediata termina siendo potencialmente peligrosa para la vista. Así que lo mejor es comprar filtros solares astronómicos, en muchos países de Latinoamérica es difícil -sino imposible- obtener filtros solares, así que lo mejor es comprarlos a los distribuidores por Internet.
Con excepción del pacífico asiático y Oceanía, el resto del mundo pudo observar el tránsito, en muchos países se organizaron observaciones públicas en planetarios, museos o parques. Yo que me mudé hace varios meses a la ciudad de New York, observé el tránsito desde un parque en la zona este de Manhattan, frente al East River. En esta gran metrópoli la Amateur Astronomers Association of New York AAA -que es la asociación astronómica más numerosa de EEUU- montó varios sitios de observación en diversas partes de la ciudad. Las noticias y otros varios de mis amigos que se dedican a la difusión de la ciencia confirmaron que ocurrió lo mismo en otras partes de Estados Unidos, lo mismo que en Francia, Alemania, España, México, Nicaragua, Panamá, Guatemala, Argentina y Brasil.
Aún así el tránsito de Mercurio tuvo un pequeño protagonismo en los noticieros mundiales, es curioso que las mentiras en la red tienen mayor repercusión que estos eventos astronómicos. La mayoría de personas no se enteraron de lo que ocurrió.
Los humanos modernos viven en un medio artificial, generalmente estamos desconectados de la naturaleza que nos rodea, de pronto nos llama la atención cuando es muy evidente o cuando producen catástrofes, el resto del tiempo la pasamos entretenidos en nuestros oficios.
Hay que reconocer que hay sociedades que tienen un mayor interés en lo que les rodea e invierten buena parte de su capital humano en investigar a la naturaleza, este tipo de sociedades saben que el conocimiento es valioso en sí mismo, más allá de una función estratégica de sobrevivencia que pueda tener.
Jared Diamond escribió hace varios años un libro llamado "Colapso", él se pregunta porqué algunas sociedades son exitosas en el tiempo, porqué algunas sobreviven mientras que otras fracasan, fallan y colapsan. Diamond escribe una serie de ejemplos vinculados al medio ambiente y a la hostilidad de sus vecinos, también considera que la respuesta hacia las crisis es fundamental, una sociedad que tenga respuestas equivocadas a las crisis pueden terminar destruyéndose.
Es triste que hoy en día que tenemos ciencia muchas sociedades tengan aversión o predisposición contra ella, siempre me he preguntado la razón porqué la sociedad salvadoreña tiene tan poco interés por el conocimiento y por la ciencia.
Una pregunta que intentaré responder en el próximo post.
El 1 de abril es el día de los inocentes en los Estados Unidos, lo que significa que mucha gente se pasa el día haciendo todo tipo de bromas, algunas empresas no se quedan atrás y publican en sus redes sociales ofertas absurdas o noticias falsas. Este año The Weather Channel, una empresa multimedia que se dedica a dar reportes meteorológicos hizo la siguiente declaración:
Para el resto del mundo no sería nada extraño que una empresa dedicada al clima y tiempo atmosférico utilice la escala Celsius, porque es la escala de temperatura más utilizada a nivel internacional, pero en Estados Unidos tal posibilidad se considera un disparate. En esta nación se utiliza la escala Fahrenheit y es tan popular que alrededor de ella hay incluso un fervor patriótico.
Más de algún republicano ortodoxo ha considerado que la implementación del Celsius es un plan orquestado por los liberales contra el estilo de vida de Estados Unidos. Los opositores al Celsius opinan que el Fahrenheit es tan "americano" como el béisbol, las hamburguesas y la Coca Cola, una escala de temperatura propuesta en el siglo XVIII por el alemán Daniel Fahrenheit se ha convertido en una parte esencial de este país.
En general en Estados Unidos se utilizan diferentes escalas contrario al resto del mundo, famoso es el uso de su Sistema Inglés con sus pulgadas, pies y millas, opuesto al Sistema Métrico Decimal con sus centímetros, metros y kilómetros. Tal diferencia llevó a la desgracia a la sonda marciana Mars Climate Orbiter que fue desintegrada al tratar de descender al planeta rojo en 1999, todo porque un software que utilizaba el sistema inglés y otro con sistema métrico, así se perdieron más de 327 millones de dólares.
Los trabajos científicos usan la escala Celsius y la escala Kelvin, esta última se basa en el punto más frío que puede alcanzar un gas cuando cesa todo movimiento molecular, esta temperatura se le denomina cero absoluto o cero Kelvin que corresponde a -273.15° Celsius o -458° Fahrenheit, esta escala fue propuesta por el físico matemático William Thomson lord Kelvin.
El cero Kelvin es la temperatura más fría posible en el universo, no se ha descubierto hasta el momento alguna región que se encuentre al cero Kelvin, pero sí se han descubierto sitios realmente fríos, como la superficie de Tritón (una luna de Neptuno) donde está tan frío como 38 Kelvin (-235°C o -391°F) o el fondo cósmico que se encuentra a solo 3 Kelvin (-270.15°C o -454.27°F) no es más bajo porque todavía existe un calor residual producto del Big Bang. Pero es la nebulosa Boomerang en la constelación del Centauro la que se lleva el título como el lugar más frío de todo el universo, esta nebulosa está a 1 Kelvin (−272.15 °C o −457.87 °F), más frío que el espacio que la rodea.
Comprender Celsius es mucho más fácil porque el factor de medida es el agua a nivel del mar (una atmósfera de presión): El agua se congela a 0° Celsius y llega a ebullición a 100° Celsius. Es probable que usted también conozca al Celsius como centígrados, porque así era llamada antes de 1985, gracias a un acuerdo internacional hoy se denomina por el apellido de su fundador, el astrónomo Anders Celsius.
La escala Fahrenheit tiene una base que hoy podríamos considerar subjetiva pero que fue muy revolucionaria en el siglo XVIII y fue el trabajo del físico alemán Daniel Fahrenheit (quien tenía una empresa para fabricar termómetros de mercurio) que construyó su escala a partir de hielo en una solución salina (30°F) y del calor corporal de la axila de su esposa (96°F). Hoy en día se considera que a los 32° Fahrenheit se congela el agua y 212° Fahrenheit entra en ebullición.
Es importante tomar en cuenta que la graduación Celsius y Fahrenheit no se corresponden exactamente. Entre 0°C y 100°C sí existen 100 grados de diferencia, pero entre 0°F y 100°F hay 180 grados. Esta variación gradual hacen que ambas escalas coincidan únicamente en los -40°C y -40°F.
Para conocer el grado correspondiente entre ambas escala basta realizar la siguiente operación:
Las aplicaciones de los teléfonos celulares y las opciones digitales permiten transformar los grados según la escala que estemos familiarizados con tan facilidad que no hace falta hacer ningún cálculo matemático.
Para los recién llegados a Estados Unidos es un poco complicado adecuarse y comprender la escala Fahrenheit, porque en general la escala es una construcción mental que cada uno tiene en su cabeza basada en la experiencia de vida y la sensación térmica, el primer paso quizás sea saber que un día caluroso será cuando el termómetro marque arriba de 83°F y un día frío inferior a 50°F.
¿Algún día ganará la batalla el Celsius contra el Fahrenheit en los Estados Unidos? Es difícil saberlo porque la sola idea de abandonarlo genera mucha resistencia entre la gente, la cuál lo defiende incorporándolo como una tradición cultural más que una práctica y lógica escala térmica. A pesar que en ciencia y tecnología el Celsius es de uso común, el Fahrenheit goza de una gran popularidad entre el público no científico.
Los Monty Phyton inician su película "el sentido de la vida" con la reflexión de unos peces que desde la pecera de un restaurante observan como un cliente devora a uno de sus congéneres. Los animales se preguntan si acabar cocinado y servido en un plato es el único destino posible.
En posible que los peces de restaurante no filosofen sobre su existencia y tampoco razonen sobre la pecera donde los mantienen confinados, quizás si fueran lo suficiente inteligentes es posible que llegaran a ciertas conclusiones del lugar donde habitan. Imaginemos que de vez en cuando cae una pequeña piedra dentro y agita el agua, si estos animales pudieran razonar posiblemente a través de la detección de las ondas y descubran los rasgos físicos de la pecera.
Eso si, quizás no sobre la intención de estar dentro de ella.
Hace 1.3 mil millones de años dos agujeros negros binarios terminaron cayendo uno sobre el otro, estos cuerpos tenían una masa aproximada entre 29 y 36 veces la masa de nuestro Sol y generaron distorsiones en el tejido del espacio y el tiempo en forma de ondas gravitacionales que se propagaron por todo el universo a velocidad luz y obedeciendo a la ley de la inversa del cuadrado, lo que hace que a más distancia la intensidad disminuya.
Ondas gravitacionales suena a temática de Star Trek, pero fue Albert Einstein quién las propuso a inicio del siglo XX a partir de la resolución de las ecuaciones de la teoría general de la relatividad; eso sí, el genio físico pensó que nunca podrían ser detectadas porque para ello se tendría que construir un detector ultrasensible. Las ondas gravitacionales parecen temas de ciencia ficción, es un poco extravagante pensar que continuamente el tiempo y el espacio están estirándose y encogiéndose a niveles cuánticos.
Luego de una larga historia de fracasos, la National Science Foundation de Estados Unidos construyó dos detectores de ondas gravitacionales conocidos con el nombre de LIGO ("Laser Interferometer Gravitational-Wave Observatory") ubicados en Hanford, Washington y Livingston, Louisiana. Estos dos aparatos necesitan enormes instalaciones en forma de L (cada brazo de la L tiene 4 km de largo), pues se utilizan láseres orientados y estrictamente medidos por medio de sensores y computadoras. Si existiera una onda gravitacional que pase por la Tierra, la distancia de estos rayos sufriría una reducción casi a nivel atómico.
Es una cuestión muy compleja, porque para detectar estas ondas, es necesario eliminar todo el ruido geológico, atmosférico, humano, tecnológico, animal, etc. que genere ondas que interfieran en el sensor y den falsos positivos.
1.3 mil millones de años después del cataclismo cósmico de dos agujeros negros la onda gravitacional llegó finalmente a nuestro vecindario, se acercó al sistema solar y pasó por la Tierra, el 14 de septiembre de 2015 a las 5:51 am (4:51 am hora El Salvador), golpeó desde el hemisferio sur achicando y estirando el espacio y el tiempo en una escala equivalente a la anchura de un protón; es decir, imperceptible para el ser humano.
La película inferior muestra las dos gráficas de LIGO que prueban la detección de una onda gravitacional. El vídeo también muestra la traducción en audio de la onda, cuando la escuche tome en cuenta que no es un sonido cualquiera, es la interpretación auditiva del espacio y el tiempo siendo comprimido y estirado.
Con la primera detección de las ondas gravitacionales se inaugura la exploración a nivel gravitacional. En el futuro próximo se construirán más detectores en la Tierra y en el espacio, haciendo un símil estamos en el mismo punto cuando Galileo apuntó su telescopio y observó a los planetas y las estrellas, solo que en este caso no es con luz, es con ondas gravitacionales.
Al menos hasta ahora, hemos comenzado a descubrir los rasgos físicos de nuestra pecera cósmica.
Eso sí, quizás no la intención de estar dentro de ella.
Si acaso hubiera alguna intención.
"No explicar la ciencia me parece perverso. Cuando uno se enamora, quiere contarlo al mundo"
Carl Sagan,
The Demon-Haunted World : Science as a Candle in the Dark
1995
La astronomía llegó a mi vida de una forma discreta, no guardo recuerdo de cuando y como me comenzó a interesar, pero estoy seguro que fue producto de una serie indeterminada de eventos casuales, y del buen juicio de mi madre que me regaló un par de libros que me marcaron de por vida. Tampoco llegó sola, se acompañó de otras dos ciencias que siempre he amado y que me apasionan, a una de ellas me he dedicado profesionalmente.
Los niños son curiosos por naturaleza y yo no fui la diferencia, ni particularmente destacado, tan solo que las cosas se dieron de tal forma que la ciencia siempre me importó, quizás un poco más que el promedio de personas que me rodeaban. El Salvador puede ser un territorio fértil para muchas cosas, pero la ciencia nunca ha sido uno de su fuertes y la búsqueda del conocimiento tampoco es uno de sus valores más destacados.
De niño nunca tuve acceso a un telescopio y tampoco podía definir las constelaciones, el cielo nocturno me parecía un rompecabezas sin sentido, estrellas esparcidas sin orden en un fondo negro. Solo tenía un par de binoculares que habían pertenecido a mi bisabuelo y que pasaron por varias generaciones hasta llegar a mis manos.
Durante la guerra civil (1980-1992) los telescopios estaban restringidos a la venta, si alguien pretendía importarlos era necesario obtener un permiso del Ministerio de Defensa o tener un amigo militar que le facilitara el trámite en aduana. Todavía en el siglo XXI los telescopios siguen con esa absurda restricción, El Salvador debe ser el único país del mundo que cataloga a los telescopios como armas.
Un día de tantos un amigo de la familia me regaló un telescopio que él ya no usaba. Me lo dio en dos partes, una semana el tubo y otra semana el trípode. Como todo adolescente no tuve la paciencia de esperar un par de días y esa misma noche hice malabares para mantener el tubo enfocado hacia un lucero que se ocultaba en el horizonte. Descubrí que se trataba de Júpiter, el gigante gaseoso y planeta más grande del sistema solar.
Pasé los siguientes meses observando el cielo y reconociendo las constelaciones. Con el telescopio pude observar nebulosas, cúmulos de estrellas y galaxias, me maravillé con los cráteres de la Luna, los anillos de Saturno y los casquetes polares de Marte. En ese tiempo la contaminación lumínica de San Salvador no era mucha y todavía dejaba los cielos relativamente oscuros. Yo era un adolescente que se pasaba las noches viendo las estrellas en un cielo donde volaban helicópteros de guerra.
A inicios de 1991 leí una noticia en un periódico que me dejó perplejo, el titular decía "Fundan asociación de astronomía", fue una gran sorpresa darme cuenta que habían otras personas con el mismo interés en El Salvador, que esa fundación se había venido aplazándose desde mediados de los años ochenta, en los años cuando el cometa Halley se había acercado a la Tierra. Hoy era diferente, había una gran excusa para organizar un grupo de interesados en la astronomía: El eclipse total de sol del 11 de julio de 1991.
Inmediatamente nos dimos cuenta que la gente estaba emocionada con la noticia del eclipse, pero también había mucho miedo y confusión. Los medios de comunicación comenzaron a preguntar sobre las horas y las técnicas seguras para observarlo. Así que en las semanas previas al eclipse nos tocó cubrir a casi todos los socios muchas radios, periódicos y televisión, yo tuve que romper el miedo a los micrófonos y las cámaras de televisión y hablar de astronomía. Al finalizar cada programa noté que siempre me sentía muy satisfecho en compartir con la gente algo que yo valoraba, ASTRO me permitió descubrir esa vena de comunicador de la ciencia y docente de la cual no tenía ni la menor idea.
El eclipse lo observamos desde un terreno contiguo al Aeropuerto Comalapa (hoy en ese lugar se encuentran las salas de espera 14 y 16). El canal 10, TV educativa, cubrió el evento en vivo junto con ASTRO y lo transmitió a nivel nacional. Dos compañeros de la asociación y ahora amigos de muchos años fueron los conductores del programa. El eclipse sobrepasó todas las expectativas que me había hecho durante los meses previos, estoy seguro que fui uno de los afortunados que tuvo la oportunidad de disfrutar al máximo ese evento astronómico en El Salvador.
Años después gracias a una donación de un telescopio y una cúpula, nos impulsó a buscar un terreno para construir un observatorio astronómico. El observatorio tomó más de 7 años en completarse, para ello se contó con el apoyo de los mismos socios de ASTRO, de empresas privadas y fundaciones que donaron dinero y materiales. El observatorio está ubicado en el municipio de San Juan Talpa y se inauguró el 8 de febrero del año 2000.
Hoy han cambiado muchas cosas, el observatorio ha sido ampliado en varias ocasiones, llegó el Internet a El Salvador y las redes sociales comenzaron a tener una mayor importancia en nuestra sociedad. A nivel internacional los telescopios se computarizaron y las cámaras se hicieron digitales lo que revolucionó la astrofotografía. Por otro lado los países desarrollados han enviado robots a varios planetas, sabemos como es Plutón y se han descubierto planetas en otras estrellas. Nadie sabe que sucederá en el futuro cercano, es posible que en un par de décadas la ciencia logre descubrir por medio de estudios espestroscópicos de las atmósferas de exoplanetas alguna firma química de la vida, y quien sabe, quizás también vida inteligente.
Al presente el desarrollo científico del país es muy bajo, los últimos años la producción científica del país se ha encontrado bajo las islas de Barbados y Guadalupe. Mientras que el mundo va a trote con la ciencia y la tecnología, el futuro inmediato no parece ser muy halagador para la ciencia salvadoreña.
Si bien este tipo de organizaciones como ASTRO es de carácter aficionado, estas sirven de plataforma para la comunicación de la ciencia, una actividad que va más allá de compartir datos y descripciones de la naturaleza, comunicar la ciencia es un acto provocador de un cambio social. La astronomía es una ciencia muy bella, no solo porque la capacidad de apreciación que tenemos los humanos ante el universo y las preguntas filosóficas que esta trae, sino porque también tiene enormes vínculos con otras ciencias, las estrellas nos pueden llevar hacia la química, hacía la ingeniería, hacía la electrónica o la arqueología.
Poner el ojo en un telescopio es más que una entretenida afición, es una ventana a un universo fascinante y a la posibilidad de dedicar la vida a la búsqueda del conocimiento.