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Para Valerie
Cuando observamos una estrella brillando en el cielo es luz visible la que percibimos, pero los astros también emiten luz en otras longitudes de onda que son invisibles a nuestros ojos, la única forma de detectarlos es usando otros instrumentos completamente diferentes a los telescopios que estamos acostumbrados. Si el objeto emite señales en ondas de radio entonces es preciso utilizar un radiotelescopio para estudiarlo.
La radioastronomía tuvo un nacimiento por accidente, allá por 1930 unos técnicos detectaron cierta señal que interfería con la radiotelefonía de la compañía de teléfonos Bell. El encargado de resolverlo fue el físico Kar Jansky quien estudió la interferencia a profundidad y luego de descartar cualquier otro tipo de señal terrestre y atmosférica –incluso considerando el nido de palomas en las antenas receptoras- llegó a la conclusión que la señal provenía del centro de nuestra galaxia, la Vía Láctea.
Después de la segunda guerra mundial la radioastronomía comenzó a desarrollarse, y se construyeron en el mundo grandes antenas (algunas tan grandes que colapsaron por su peso) que mapearon el cielo buscando objetos que emitían señales de radio, a partir de ese momento el universo comenzó a comprenderse de una forma que nunca habíamos imaginado.
En 1967 el observatorio radioastronómico en Mullard, Inglaterra, detectó una extraña señal en la constelación de vulpécula (el pequeño zorro), la señal resultaba curiosa porque tenía un período de 1,33 segundos. En un inicio los astrónomos supusieron que habían encontrado un faro cósmico de una civilización extraterrestre, pero un estudio más profundo dejó entrever que se trataba de un objeto natural que nunca se había detectado, pero al que ya se había considerado su existencia teórica.
Debido a las pulsaciones periódicas a este objeto se le terminó llamando pulsar, aunque también se les conoce como estrellas de neutrones. Estos exóticos cuerpos es uno de los resultados de la última fase de la vida de las estrellas supergigantes (las otras opciones son las enanas blancas y los agujeros negros) en donde la masa está muy condensada, tanto que la gravedad hace que los electrones y los protones sean aplastados y fundidos en neutrones, de ahí es que este cuerpo toma su nombre: estrella de neutrones.
Los pulsares o estrellas de neutrones no son objetos tan grandes, de hecho se calcula que pueden tener apenas unos 10 kilómetros de diámetro. Sin embargo poseen una densidad tan extrema porque en ese pequeño cuerpo se encuentra compactada la materia en un orden de 1.34 masas de nuestro sol.
Estos cuerpos también poseen una enorme rotación y un fuerte campo magnético, producido por algunas partículas cargadas sobrevivientes a la condensación neutrónica, este campo genera señales que a la distancia pueden ser percibidas como pulsos periódicos (en el rango de segundos) por un radiotelescopio.
Al primer pulsar descubierto en 1968 se le llamó CP1919-21, aunque ahora también es conocido como PSR 1919+21, PSR B1919+21 y PSR J1921+2153; sí, su nombre nos puede parecer bastante aburrido, pero su gráfica -obtenida por medio de la antena del radiotelescopio de Arecibo- es una bella representación de datos, tanto que en 1979 fue escogida como portada del disco Unknown Pleasures de la banda inglesa Joy Division.
Joy Division fue una banda de breve existencia, pero con una gran influencia musical, por su sonido y sus letras un tanto oscuras, kafkianas y hasta nihilistas hoy es considerada una banda de culto. Tuvo una vida corta principalmente por el suicidio de su vocalista Ian Curtis en 1980, un tipo que padecía epilepsia y de profundos períodos de depresión, pero con una destacada y particular genialidad. Se mató un día antes de salir de gira hacia los Estados Unidos, si hubiera sobrevivido y realizado la gira internacional es posible que hubiera seguido aportando a la música de maneras inimaginables.
Los compañeros sobrevivientes tuvieron que soportar la muerte de Curtis –todavía hablan de ello, los marcó de por vida- y posteriormente cambiaron su nombre a New Order incorporando sonidos electrónicos que los hicieron muy populares y también influyentes en la década de 1980; de todos ellos, quizás el más destacado ha sido Peter Hook, un tipo que no solo ha aportado desde la música sino que también desde la literatura, ha publicado libros que describen el ambiente cultural del post-punk inglés, y verlo en el escenario –todavía está activo- es un evento memorable.
En la portada de Unknown Pleasures de Joy Division se plasma la representación gráfica de un pulsar, el primero descubierto y ubicado a más de mil años luz de la Tierra. Hoy tenemos la certeza que en nuestro vecindario galáctico existen al menos unos dos mil pulsares girando y emitiendo un misterioso sonido cósmico, producto de una particular disposición de la materia.
Tan particular como alguna vez fue Joy Division.
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