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Después de la muerte del hipopótamo –nadie está seguro de la causa- mucha gente está pidiendo en las redes sociales que la solución para evitar otras muertes de animales es que el zoológico sea cerrado permanentemente.
No estoy de acuerdo.
Aquí mis argumentos antes que comience la lluvia de piedras y tomates.
Uno de los principales problemas de nuestro país, aparte de la violencia, son los graves vacíos educativos, la mayoría de la gente tiene poco acceso e instrucción científica, incluso los que podrían tener acceso no lo hacen porque la ciencia no está dentro de los valores salvadoreños, hemos fundado cualquier tipo de sociedad, pero no una del conocimiento.
El zoológico no es un parque de diversiones, los animales no están ahí para entretener a la gente como lo ocurre en los circos –yo apoyé al movimiento que prohibía los circos con animales- la función de los zoológicos es la educación, la promoción científica y la generación del conocimiento.
Creo que la función educativa y de promoción es la que mejor hace nuestro zoológico, lo hace pese a los pocos recursos económicos y sus propias problemáticas internas. Dudo que el zoológico haya logrado dar el paso a generar conocimiento, al menos yo no he visto sus observaciones de fauna sistematizadas en artículos académicos publicados, pero estoy seguro que dentro de la institución hay gente con mucho conocimiento, biólogos y veterinarios que podrían publicar libros y artículos e intercambiar ideas con otros científicos del mundo. El zoológico también es importante en la educación de nuestros estudiantes de biólogía.
He tenido en mis manos el perfil de los usuarios del zoológico, son familias de bajos recursos, gente que no puede pagar una visita a FURESA y tampoco pagar un pasaje en bus para ir a otros sitios. El zoológico es el parque nacional más visitado de la Secretaría de Cultura sobre los museos, balnearios u otros parque privados. Un dato importante porque es el único lugar donde la mayoría de familias salvadoreñas tiene contacto con la zoología y la biología; y a la gente le encanta, aprecia a los animales y se sienten emocionalmente vinculados con ellos, eso es importante porque la conservación de la naturaleza pasa por el establecimiento de un vínculo emocional.
Creo que habría que evitar mantener ciertas especies en cautiverio, la gente es más sensible con los grandes mamíferos, como osos, hipopótamos, elefantes y leones, y da tristeza que estos se mantengan dentro de un espacio cerrado. No sucede así con otras especies, las cuales no generan demasiada sensibilidad en algunas personas, como los peces, crustáceos, insectos, arácnidos, reptiles y aves. Incluso se podrían montar campañas para observar las aves migratorias o ver a las aves locales que anidan en libertad dentro del parque.
El estudio de las aves permite comprender uno de los animales ya extintos que más apasionan al público: los dinosaurios. A las aves se les consideran descendientes directos de los dinosaurios, algunos paleontólogos y biólogos incluso llegan a considerarlos dinosaurios no extintos. El zoológico podría replantear su exposición de aves y vincularla con los dinosaurios, comprar fósiles con fines educativos o solicitar préstamos a museos extranjeros, construir modelos a escala de estos antiguos animales, solo es necesaria la voluntad política, buscar gente especializada y por supuesto fondos.
La gente siente una fascinación con la isla de los monos, quizás porque los primates que observan les recuerda a nuestra humanidad. Ese lugar es oportuno para explicar la evolución humana, enseñar que los monos y nosotros estamos vinculados a partir de un antepasado común, un ser extinto hace millones de años. Inclusive podríamos explicar como a nivel genético los humanos y primates somos muy parecidos, la gente no solo se sorprendería por la belleza y agilidad de los primates, sino que también aprendería sobre nuestra propia especie, a nivel anatómico y molecular.
Hay animales que por algún lamentable motivo ya no pueden volver a la vida salvaje, estos animales son rescatados o decomisados a traficantes, o por gente que los compra y luego no saben que hacer con ellos. Aquí hay dos posibilidades, la primera es sacrificarlos, y la segunda es sanarlos y cuidarlos dignamente, aprender de ellos, y esto lo hace el zoológico desde hace muchos años. Una gran cantidad de animales que la PNC decomisa entran y terminan en el zoológico, porque ya no pueden regresar a la naturaleza.
¿Qué hacemos con un venado herido, un mapache golpeado o un buho apedreado? Al menos yo no soy de la idea de sacrificar animales.
Hay que estar claros que los animales tienen una vida finita, para algunos es muy larga, se calcula que la tortuga Jonathan de la isla Santa Elena tiene 185 años y seguirá viva un par de años más; pero otros seres, roedores o algunos pequeños felinos, tienen una vida inferior a los 10 años. Es normal que los animales mueran en los zoológicos, lo que no es normal es que mueran por un mal cuido, por mala alimentación o por el estrés provocado al vivir recluidos en condiciones que no aptas, ni dignas.
Para estas alturas todos sabemos que el zoológico tiene profundos problemas administrativos, y al parecer los ha tenido desde hace tantos gobiernos que ya no guardamos memoria de cuando comenzó su declive.
Probablemente la cultura organizacional del zoológico esté dañada más allá del punto de no retrono, es fundamental cambiar el ambiente laboral, lo deben de hacer desde los más altos puestos directivos hasta el más humilde empleado, todos. Es preciso remover, desinstalar y derribar todos los vicios que se han acumulado todos estos años y que han terminado por impactar en la vida de los animales. Quizás para este momento las relaciones sociales internas están tan dañadas que el mismo zoológico es incapaz de replantearse un cambio de cultura organizacional, quizás ha llegado el momento de pedir ayuda de alguna organización externa especializada en resolver conflictos.
Conozco desde hace muchos años a Silvia Elena Regalado, la actual Secretaria de Cultura, es una mujer bastante serena y con ideas sensatas, si existe alguien amante de los animales es ella, es una de las personas que rescata perros, los cuida como si fueran sus niños. Lamentablemente hoy le ha tocado cargar con el estallido de esta crisis sobre todo porque involucró a un animal muy bello al cual todos le teníamos cariño, pero hay que ser claros que la muerte del hipopótamo es solo el síntoma de algo más grave que no solo está afecta al zoológico, sino que también afecta a la SEC, a los hospitales, a las empresas privadas, a los partidos políticos, a las municipalidades, a las iglesias, a las familias…
Quizás debería ser el país que habría que cerrar para abrir otro nuevo.
Confío que Silvia Elena buscará lo mejor para el zoológico, para el patrimonio y para la nación, ella está obligada porque es servidora pública, tiene que ser fuerte y decidida, soportar las presiones que vienen de arriba y estallan de abajo. Necesita mucho apoyo de la gente.
La tiene difícil en ese juego de tronos.
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Esta bien el artículo, pero el hecho en que sucedió deja mucho que pensar: ¿por qué ocultar la verdad sobre el fallecimiento del hipopótamo? Y eso ya da a entender sobre el actuar de la actual director de SECULTURA. Lo siento, por tan bonito que su persona hable sobre lo 'preparada que ella es', el historial desde 2015 arrojan una realidad diferente.
Publicado por: Charliedgardo | 03/04/2017 en 10:56 a.m.