Una ventana al universo. Con temas de astronomía observacional, los principales eventos astronómicos de la semana y tips de astronomía. De vez en cuando un tema de interés general. Lo que busco es que la gente tenga una guía del cielo.

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06/06/2016 10:38:49

Década

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El 25 de mayo de 2006 publiqué en El Faro un pequeño artículo titulado “Bienvenidos al Universo”, en El Faro pretendía continuar mi labor como divulgador de la ciencia, una actividad que me había dedicado ad-honorem desde hacía varios años en otros medios de comunicación y apoyando a diferentes instituciones.

Inicié en El Faro gracias a la idea de mi gran amiga Carmen Molina Tamacas, quien entonces editaba la sección cultural de El Ágora y buscaba contenido nuevo, me pareció estupendo porque en general en las secciones de cultura siempre hay espacio para las artes, pero nunca para la ciencia. La gente considera el trabajo cultural sinónimo al arte y a las humanidades, tal visión proviene del antiguo concepto que decía que cultura eran todas aquella aspiraciones de una persona o de una sociedad en mejorarse a sí misma y refinar sus conductas, no en balde la palabra cultura está asociada etimológicamente con cultivo o cultivado. Todavía vemos que una persona que posee actitudes rudas o toscas es acusada de no tener cultura.

La antropología del siglo XIX transformó el concepto de la cultura a un complejo de saberes, creencias, conocimientos, valores totalmente humanos. Los antropólogos consideramos que no hay ser humano sin cultura, desde la antropología la ciencia es un trabajo cultural.

La idea fue bien recibida por Carlos Dada, quien entonces era director de El Faro y que al igual que Carmen son entusiastas de la ciencia. Así que con el apoyo de ambos publiqué mi primer artículo de divulgación que incluía una recomendación sobre eventos astronómicos de la semana.

Seguí escribiendo artículos de divulgación hasta que por razones laborales me retiré casi dos años, pero siempre colaboré con el periódico con alguna nota o declaración. En 2014, con intención de aumentar las opiniones dentro de El Faro, Elmer Menjivar me invitó de nuevo a escribir, en esta ocasión dentro de los blogs  y aquí estoy con Cósmica.

El año pasado que estaba recopilando todos mis escritos caí en cuenta que el tiempo pasa volando, siempre nos sorprendemos de la rapidez que pasan los años. Cuando somos niños un año del colegio nos parece una eternidad pero cuando pasamos la frontera de los veinte años el tiempo parece ir más veloz ¿A qué se debe tal fenómeno? Hay varias respuestas posibles, una de ellas es que cuando crecemos y tenemos más responsabilidades (familia, trabajo, etc.)  nos enfocamos tanto en lo que hacemos que todo nos parecer ir más de prisa.

Otra posible razón es que cuando nos vamos haciendo mayores obtenemos mejor comprensión del tiempo y tenemos una idea más clara de lo que representa un año, algo que los niños todavía no han desarrollado. Maximilan Keiner hace una gráfica sobre la comprensión temporal en el transcurso de una vida.

 

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La gráfica muestra que cada vez que nos hacemos más viejos la percepción del tiempo se reduce (click en la imagen)

También es posible que cuando nos hacemos mayores y descubrimos el mundo, sabemos como funciona y hay menos cosas nuevas que nos sorprendan por eso sentimos el tiempo más veloz. Lo mismo sucede cuando viajamos en un carro a un sitio por primera vez, en el trayecto de ida creemos que el viaje dura casi el doble que cuando regresamos.

Sin embargo, la velocidad del tiempo es solo una percepción humana, una década equivale a 3,650 días u 87,600 horas, a menos que viajemos a velocidades cercanas a velocidad de la luz no apreciaremos la dilatación del tiempo como un fenómeno físico.

El tiempo y la velocidad de la luz son parámetros para medir distancias, esto porque en el Universo las distancias son tan enormes que medir con kilómetros o millas se vuelve complicado. Un año luz son 9 460 730 472 580,8 km, una cantidad considerable de espacio, a un año luz de distancia del Sol la mayoría de planetas del Sistema Solar serían invisibles al ojo humano y solo los planetas mayores podrían distinguirse con un telescopio. A un año luz de distancia de nuestro Sol no hay ninguna estrella, la estrella más cercana está en dirección al Sur a 4.22 años luz del Sol.

En una esfera imaginaria de 10 años luz alrededor del Sol; el tiempo que tengo en escribir en El Faro, hay muchísimo espacio, casi 4,189 años luz cúbicos, pero son pocos objetos celestes, apenas una docena de estrellas.

Hay que ampliar la imaginaria esfera a 100,000 años luz para ubicar a más estrellas, nebulosas y cúmulos estelares, a esa distancia luz ya distinguiríamos la estructura de nuestra galaxia, la Vía Láctea. Y un par de millones de años luz más allá, en una esfera de 10 millones de años luz ya cabrían todas las galaxias de nuestro grupo local de galaxias, la Vía Láctea, la Galaxia de Andrómeda, la Galaxia del Triángulo y la NGC 3109 todas ellas acompañadas con más de 30 galaxias satélites.

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Distribución de cúmulos galácticos cercanos, imagen por NASA

Para observar la estructura del supercúmulo galáctico Virgo sería necesario ampliar la imaginaria burbuja a 110 millones de años luz, solo así cabría en su interior al menos unas 100 galaxias, aunque gigantesco el Supercúmulo Virgo es apenas una pequeña parte de la estructura del universo visible en expansión, una esfera en expansión de 46,500 millones de años luz.

Desde ese punto de vista, 10 años no es nada.

 

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