¿Por qué a los salvadoreños no les interesa la ciencia?
Podemos preguntarnos lo mismo con cualquier otra nacionalidad. En los Estados Unidos hay una permanente queja del poco involucramiento de la ciencia en la vida cotidiana del ciudadano, pero si revisamos el I+D (Investigación y Desarrollo), la calidad de las universidades, la cantidad de instituciones científicas, las patentes y la cantidad de doctorados graduados por año (alrededor de 30,000) colocan a Estados Unidos en la primera posición sobre los demás países.
China sabe que la ciencia es prioritaria, por eso en los últimos 25 años apostó mejorar sus universidades, desde entonces han colocado sus centros de estudio entre las mejores universidades del mundo. A pesar que sus publicaciones representan la mitad de las de Estados Unidos en este momento se encuentra en segundo lugar a nivel mundial sobre Inglaterra, Alemania y Japón.
Aunque Latinoamérica se ubica en la cola del desarrollo científico mundial (solo delante de África), países como Brasil, México, Colombia y Argentina poseen instituciones sólidas y respetables, continuamente comunican el conocimiento a su población, enamoran a los jóvenes para elegir una carrera en ciencia y tienen una continua actividad científica y educativa en espacios públicos (museos, observatorios, planetarios, acuarios), estos países poseen una importante capa social de científicos que participan en la vida pública nacional.
En Centro América ha sido Costa Rica el país que ha logrado construir una mejor plataforma científica. Sabemos que los ticos elevaron su índice de desarrollo humano apostándole a la educación desde hace muchos años. Hoy la UCR es una institución prestigiosa y una buena cantidad de científicos ticos trabajan el 100% de su tiempo laboral en investigaciones, logrando carreras destacables y elevando el perfil del país.
El Salvador se mantiene muy marginal en la producción científica, apenas tenemos dos programas de doctorados (uno de filosofía y otro de ciencias sociales) disponibles en el territorio, nuestro Viceministerio de Ciencia y Tecnología tiene una participación muy discreta en la vida nacional, lo mismo le sucede a nuestros científicos ¿cuándo fue la última vez que vio a un científico salvadoreño en televisión opinando sobre temas relevantes? ¿Los salvadoreños responden a los problemas nacionales utilizando el conocimiento científico?¿La ciencia es parte nuestros los valores nacionales?
El peso de nuestra historia.
La ilustración nunca permeó en nuestra sociedad, podríamos decir que pasamos a oscuras el Siglo de las Luces. Para evitar las revueltas independentistas a principios del siglo XIX, España mantuvo un estricto control sobre las publicaciones y sobre las imprentas, lo mismo hacía la Iglesia que se mantuvo vigilante ante cualquier otro punto de vista fuera de su moral católica. Los vientos liberales puso nervioso al conservadurismo decimonónico, cuestiones que hoy nos parecen tan obvias como la libertad de culto, la separación de Iglesia y Estado, el matrimonio civil y la educación laica eran temas de profunda polarización en el siglo XIX.
Las élites económicas salvadoreñas nunca han tenido un especial interés en la ciencia, su comportamiento casi feudal responde a mentalidades propias de una sociedad agraria. A mediados del siglo XX tuvieron que industrializarse y diversificarse hacia la banca, utilizaron el control gubernamental para mantener a raya la llegada de capitales extranjeros y abrigar pequeños monopolios estableciendo una especie de un progreso improductivo que terminó por estrangularlos ante la globalización a principios del siglo XXI.
A diferencia de otras naciones, las élites económicas salvadoreñas nunca invirtieron en conocimiento, no crearon fondos educativos, ni subvencionaron observatorios, museos o viajes de exploración. Si algún destacado integrante de la élite tenía un interés en la ciencia fue más por pasatiempo que por una genuina inclinación que buscara un cambio social. Es posible que supieran que un pueblo ignorante es más fácil de controlar y que posee una menor capacidad crítica, pero no llegaron a tal razonamiento producto de una reflexión académica; nunca han sido buenos para la teoría política, si lo entendieron fue a través de una moral de clase que solo pretendía legitimar la alcurnia.
Las clases medias no necesitaron la ciencia para la vida cotidiana, la división social del trabajo que primero impulsó el trabajo artesanal como su principal actividad luego devino hacia la industria del servicio donde se mantiene estancada. Los hijos de las clases medias que tienen una mayor oportunidad educativa que otras capas sociales podrían tener algún interés en dedicarse a la vida científica, pero siempre sopesan su inclinación con sus ansiado e ilusorio sueño de la movilidad social ascendente. Por eso los jóvenes clase medieros se preguntan si la ciencia y el conocimiento les dará dinero.
La clase trabajadora y los demás estratos menos afortunados se mantienen sobreviviendo el día a día entre la pobreza y los espacios marginales, sitios que en los últimos años han desbordado violencia hacia todos lados. La violencia que es la expresión del fracaso social ahora ha mutado en complejas formas que ya abarca más allá del territorio.
Debido al fracaso de mejorar los niveles de desarrollo humano, la única esperanza de la gente es emigrar hacia otros países, específicamente hacia Estados Unidos, donde la mano de obra es mejor pagada (y ahora donde se vive con mayor seguridad), la problemática nacional se hace más compleja si tomamos en cuenta que El Salvador expulsa a diario entre 200 y 300 personas, un impacto incalculable en nuestro talento humano.
La educación no fue la solución.
En 1841 se fundó la Universidad de El Salvador pero en un inicio su acceso estuvo controlado para el resto de la población (especialmente a las mujeres) fue hasta mediados del siglo XX que el estudio superior se democratizó. Pero tal despegue se vio truncado por la guerra con Honduras, el derrumbe del Mercado Común Centroamericano y el inestabilidad política de 1970 que terminó con la guerra civil de la década de 1980 y que derivó en el cierre del campus universitario.
Durante la guerra civil la demanda estudiantil fue acogida por las universidades privadas que fueron a abiertas a partir de 1980 (excepto la UCA que se fundó en 1965), cuando la guerra terminó el Ministerio de Educación tuvo que reformar la Ley de Educación Superior y cerrar aquellas universidades que no cumplían con los mínimos criterios de calidad. Sí, las universidades privadas han ampliado la oferta de estudios superiores, pero revisando su programas en general tienden a ofrecer carreras de negocios y derecho, ninguna universidad privada ofrece licenciaturas de matemática, química, física o biología, aunque sí lo hacen con la antropología y arqueología, también lo hacen con las ingenierías y las ciencias de la salud que tienen una respetable representación.
¿Por qué las universidades no ofrecen más carreras de ciencias? En general porque el mercado así se lo exige, los programas de estudio los cuales son autorizados por el Ministerio de Educación pasan por un examen previo para ver en perspectiva la necesidad de biólogos o matemáticos en el país; es decir, nos topamos con el diseño económico y social que han hecho al país un lugar de consumo y un sitio que solo puede ofrecer servicios básicos, mano de obra barata no especializada y pobremente competitiva.
El Salvador ha hecho todo posible para construir una sociedad atrasada, pasamos de ser una finca de monocultivo (primero añil y luego café) a ser una gran maquila de mano de obra barata. El mismo Estado ha dinamitado sus propios recursos y herramientas para educar a la población, se establecieron reformas educativas que buscaban crear un tipo de ciudadano que cree que las cosas ya están dadas y con poca capacidad crítica, la burocracia ha convertido las pocas instituciones que podrían aportar a la ciencia nacional en elefantes blancos.
Hay ejemplos de sobra, la gestión de Mauricio Funes hizo desparecer la TV Nacional Educativa (canal 10) y lo transformó en un canal de propaganda del Estado. El recurso televisivo de TV Educativa (que estuvo abandonado por muchas décadas por casi todos los gobiernos) mantuvo durante la década de 1980 y 1990 documentales científicos y programas educativos (yo fui muy influenciado por ellos) los cuales quedaron al margen en la versión salvadoreña de Telesur en la que hoy se transformó el canal 10.
El Viceministerio de Ciencia y Tecnología no tiene una participación activa en el canal 10, perdiendo la oportunidad de comunicar la ciencia a grandes sectores de la población, asimismo no hay un plan coherente del Estado hacia la promoción y difusión del conocimiento científico, no hay una invitación constante para que los niños y jóvenes se dediquen a la ciencia y la incluyan dentro de sus valores personales.
Valores
La ciencia debe ser un tema nacional, es preciso incluirla en las discusiones de país, no hay posibilidad de sobrevivir en el siglo XXI en la misma ignorancia en la que nos hemos mantenido desde la época colonial ¿Cómo vamos a sobrevivir el siglo del cambio climático sin el conocimiento científico? Es importante mejorar la genética de nuestros cultivos para que estos soporten sequías o inundaciones, obtener energía del mar, mejorar nuestra distribución del agua y reducir la contaminación del aire, el agua y la tierra.
El Salvadoreño promedio no tiene problemas en utilizar su teléfono celular para comunicarse, pero desconoce las bases de la comunicación inalámbrica o la naturaleza de la luz, por eso es una sociedad que prefiere consumir a innovar, tal contradicción nos cuesta subdesarrollo, un peso que cargamos y que cargarán las generaciones venideras sino hacemos algo pronto.
Es importante incluir a la ciencia entre los valores de los ciudadanos. El trabajo científico es ante todo es un trabajo social, el conocimiento científico es un producto cultural que sirve para tomar decisiones individuales y colectivas a partir de la razón, resignifica nuestro entorno dándole sentido al mundo material y nos da herramientas para sobrellevar los problemas sociales o situaciones incluso inesperadas.
Es un tema de supervivencia.