« ¿Cayó un meteorito en Managua? | Inicio | Eclipse Total de Luna 8 de octubre de 2014 »
Durante la década de los noventa no me gustaba, la maldecía cada vez que aparecía brillando en el cielo nocturno ocultando con su luz a las estrellas, galaxias y cúmulos globulares.
Con el tiempo la fui aceptando y comprendiendo, le veía brillando en el cielo, ya sea creciente, llena o menguante.
La he visto ocultar completamente al Sol, encendiendo a la corona tal cual fueran las enormes plumas de un ganso cósmico.
Y esconderse en la sombra de nuestro planeta, tiñiéndose con el rojo de todos los amaneceres y atardeceres simultáneos.
En el museo del Templo Mayor, en el centro de lo que fuera México Tenochtitlan, la vi detrás de la personalidad de la señora Coyolxauhqui, siendo cortada en pedazos por el Sol, metáfora de sus fases.
Con un telescopio he navegado por sus mares de polvo, por sus montañas, sus cráteres y sus valles.
Y he observado los lugares donde hace más de cuatro décadas, seis misiones tripuladas arribaron.
Tengo que aceptar que tengo una fascinación por la Luna.
Por eso la roca lunar salvadoreña, que pertenece a la Colección Nacional es uno de mis objetos favoritos de toda la vida.
Lamentablemente la roca no está expuesta en ningún museo salvadoreño y al parecer seguirá guardada en las bodegas de la Secretaría de Cultura, no hay en este momento un contexto museográfico donde exhibirla, nuestro museo de Historia Natural es muy pequeño y no tenemos un Museo Nacional de Ciencia.
La historia de nuestra roca lunar inicia en 1972, exactamente en un valle lunar llamado Taurus Littrow donde un astronauta-geólogo (Harrison Schmitt) miembro de la misión Apolo 17 recolectó una gran roca que luego fue catalogada con el número 70017.
A su regreso a la Tierra, la 70017 se cortó en 135 partes y cada uno de esos trocitos fue regalado a todos los países del mundo por los Estados Unidos, esos regalos se les llamó bajo el nombre de “la piedra de la buena voluntad”.
El presidente Arturo Armando Molina (1972-1977) recibió una de esas rocas y se comprometió a exhibirla a todos los salvadoreños.
Pero no fue así, la roca lunar nunca se puso ante los ojos del público, sino hasta 2009, cuando le solicité a Concultura a nombre de la Asociación Salvadoreña de Astronomía, exhibirla temporalmente en el MUNA para celebrar los 40 años del Apolo 11*.
En septiembre 2013 y recientemente en 2014, la roca volvió a presentarse ante el público en la celebración del Día Nacional de la Ciencia, siempre dentro del recinto del MUNA, las autoridades y personal de la Secretaría de Cultura se han mostrado dispuestas a exhibir esa curiosa piedra de otro mundo.
La roca se encuentra dentro de una bola de polimetilmetacrilato, el plástico más transparente y resistente que existe, y colocada en una placa de madera que explica el sitio lunar de donde fue extraída. Es acompañada por una pequeña bandera salvadoreña, que estuvo orbitando a la luna durante 147 horas y 48 minutos abordo del módulo de servicio “América” del Apolo XVII, que fue piloteado por el astronauta Ronald Evans.
Por cierto, en otros países muchas de estas rocas han sido perdidas, extraviadas o robadas y vendidas a coleccionistas privados. En los años noventa, la nuestra casi fue extraviada. El arqueólogo Paul Amaroli me comenta que “En 1992, el entonces director del Museo Nacional, Manuel López, tuvo la sorpresa de encontrar la olvidada roca lunar (dentro de su pequeño cristal), apilada en un cuartito del museo entre un total desorden de pedazos de vitrinas y otros desperdicios, a un paso de ser botada. López puso la roca en los depósitos de materiales culturales”.
Las rocas lunares son los objetos muy antiguos, tienen una edad aproximada entre los 4 mil a 3,500 millones de años de antigüedad, el fragmento lunar de la roca 70017 que tenemos en nuestra Colección Nacional es el objeto más antiguo que se encuentra en El Salvador, mucho más viejo que cualquier cosa creado por el ser humano, más antiguo que cualquier fósil de mamífero o dinosaurio.
Esta piedra es producto de una interacción natural muy particular, en ella hay una interesante combinación de diferentes terrenos lunares; se puede afirmar que es el resumen geológico de toda la Luna. Tomando en cuenta que en la Luna los procesos de erosión son muy lentos, las rocas poseen una antigüedad que siempre ha dejado a los científicos maravillados.
Hoy por hoy la roca es parte de nuestro patrimonio, continuará en custodia del gobierno salvadoreño, esperando si algún día nuestro país abre un museo nacional de ciencia en donde pueda exhibirse.
Ya tiene 3,500 millones de años, quizás deberá esperar un poquito más.
* Para los 40 años de la misión Apolo 11 se contó con la colaboración de la Embajada de EEUU.
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